miércoles, 26 de enero de 2011

El “premio” de un cristiano

Vitaminas (Lectura mínima)       Hechos 21:10-14
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    Pablo ya está avisado de antes. En todas las ciudades ha escuchado que va a sufrir en Jerusalén (20:23). Ahora (21:12) los que le quieren, tratan de impedir que siga. ¿Te suena a algo? Es como cuando Pedro dice a Jesús (Mateo 16:22) que no vaya a morir en Jerusalén y Jesús contesta, “Quítate de delante de mí, Satanás.” En este caso también los creyentes se resignan diciendo “Hágase la voluntad del Señor” (Hechos 21:14).
    Pablo, igual que nosotros, está sirviendo bajo el plan que dejó el Maestro, “Como el Padre me envió así yo os envío”. En primer lugar, como es de esperar, los que quieren hacerle daño difunden una mentira. Dicen que Pablo enseña que los judíos abandonen su ley, cosa insólita cuando él mismo sigue guardando la ley. Luego se aprovechan de la confusión (v 29), todo con el fin de eliminarle. Pablo ha escapado tantas veces, que ahora piensan no perder el tiempo. Intentan matarlo (v 31) en el acto. Se está cumpliendo lo que dijo Jesús en Juan 16:2, “Cualquiera que os mate pensará que rinde servicio a Dios”. También se cumple lo de Mateo 10:18, de que estas ocasiones servirán para dar testimonio. Pablo está a la altura del momento. Le vemos al final de este capítulo ante una enorme y silenciosa muchedumbre, dispuesto a predicar el evangelio.
    No es justo que a un siervo de Dios que ha sufrido tanto por su fe, ahora le toque este recibimiento tan brusco. En cualquier sociedad humana Pablo podría ya descansar sobre sus laureles. ¿Cuándo llegará el momento para que los cristianos descansemos de las injusticias? Pablo está deseando ese momento (su corona de justicia - 2 Timoteo 4:8) pero no ha llegado todavía. Lo que a veces nos pasa es que intentamos escaparnos como recomendó Pedro y como recomendaron los amigos de Pablo.
¿Acepto el “premio” que me dan?

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