lunes, 7 de diciembre de 2009

El Reino produce cambios

Lectura cronológica 68 en los evangelios
     Podríamos ser como los escribas, expertos en las Escrituras. Eran capaces de evangelizar. Por ejemplo, a los magos les dieron la "buena noticia" de que podían encontrar a Jesús en Belén. Pero para ellos todo era teórico. A si mismos se condenaban con tanto conocimiento. Ellos son como la higuera (Lucas 13:6), que promete mucho pero no produce. Sus raíces no transforman las riquezas de la tierra en dulce fruto. Esto es un peligro para cualquier persona que maneja la Biblia. Sabemos la necesidad de orar, y no oramos. Conocemos la centralidad del amor, y hacemos nuestros planes para Noche Buena pensando sólo en nuestro propio disfrute.
     Sin llegar a decir, "somos mejores", pensamos que los que sufren desgracias, será que se lo merecen (Lucas 13:2). Pero Jesús dice que todos pereceremos si no nos arrepentimos.
     En Jerusalén, en Galilea, y ahora en medio, de viaje a Jerusalén (Lucas 13:22), el distintivo de Jesús en las sinagogas son las curaciones que hace los sábados, día sagrado. ¿No te parece poco diplomático que él se presente siempre así a contrapelo? ¿Por qué no hacer él mismo lo que propone el supervisor de la sinagoga (Lucas 13:14), dedicar los demás días a sanar enfermos? A lo mejor consigue más seguidores con los mismos milagros pero no, tiene que pisarles siempre los callos. Su mensaje no sería completo si no señalase los obstáculos para la expansión del Reino, aquellos detalles religiosos establecidos por los hombres, y no por Dios.
     Ahora, en los últimos meses de su ministerio en la tierra, Jesús se está enfocando en el futuro para el Reino de Dios en la tierra. Con dos historias (Lucas 13:18-21) nos cuenta que la pequeña semilla que él está sembrando lleva enormes posibilidades de crecimiento. Y podemos aprender, con la levadura, cómo funciona ese crecimiento. Algunas personas preparan productos lácteos como yogures en su propia casa. Es un proceso sin fin. La bacteria va adueñándose de la leche nueva, convirtiéndola en yogur. De modo que siempre hay suficiente cultivo para seguir haciendo más. El evangelio es así. Lo único que hacen falta son creyentes "contaminados" por Jesús. Pueden llevar la misma Palabra con el mismo poder a mas personas que, cuando la reciben, se convierten en portadores también. O, por lo menos, en teoría. Lo que hace falta es que demostremos que eso es verdad, y que de una generación a otra no se pierde nada de la esencia del Evangelio.

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