sábado, 22 de febrero de 2020

No hay derecho (Hechos 22)

Ayer vimos que Pablo quedó preso sin haber hecho nada que ofendiera a los judíos que le querían matar. Este último relato del libro de los Hechos continúa durante varios capítulos. Es una historia llena de injusticias.

- Primero la captura de Pablo cuando cumplía unos simples deberes religiosos. Pero, siendo Pablo, no va a dejar pasar la oportunidad de compartir el Evangelio, que es lo que vemos aquí en el capítulo 22.
- Injusto es el intento otra vez (v 22) de conseguir la muerte de Pablo.
- Injusto también es el trato por parte del comandante romano, que, incumpliendo su responsabilidad, va a torturar al preso.

Sabemos que así es como funciona la justicia del mundo. Lo que cuenta es el poder, no el derecho. Incluso en los países que consideramos modelos del "estado de derecho" cuentan el dinero y el enchufe y los videos secretos. El dios de este mundo, Satanás (2 Corintios 4:4) va llevando a cabo su trama de injusticias para mantener su control y bloquear el mensaje del Evangelio. También a este personaje se le llama cosmokrátor (Efesios 6:12), el que domina sobre el cosmos. Pero hay otro poder mayor, el pantokrátor (2 Corintios 6:18), es decir el todopoderoso. Lo que pasa es que las cuentas se saldan, no en tribunales humanos, sino en el juicio final (2 Timoteo 4:8). Por eso Pablo aguanta estas injusticias, que Dios permite, sabiendo que todas las cosas nos ayudan para bien (Romanos 8:28). Por ejemplo el trato totalmente injusto de Jesús sirvió para nuestra redención. ¡Alabado sea nuestro gran Dios!

Sigamos con la lista de cosas que vamos a ver:

- Pablo recibe un golpe en la boca que no merece (23:2).
- Pablo está en peligro de ser despedazado (23:10) por causa de discusiones internas entre los jefes de los judíos.
- Complot para matar a Pablo (23:12)
- El comandante tapa su error (23:27) y presenta su actuación como meritoria por motivos políticos.
- Por fin (23:29) los romanos reconocen que Pablo debería estar libre pero ceden ante la presión de los judíos.
- Para los romanos Pablo es un objeto de juego y entretenimiento (c 24) mientras los judíos presentan acusaciones falsas.
- Los acusadores originales (24:18) ni siquiera se presentan.
- El gobernador Félix lo pone en lista de espera, probablemente por no ofender a los judíos (24:22)
- Lo vuelve a dejar esperando (24:25).
- Félix espera un soborno (24:26), y Pablo no colabora.
- Cuando Félix es relevado deja preso a Pablo por quedar bien con los judíos (24:27).
- El nuevo gobernador Festo repite la misma investigación (25:6)
- Los judíos siguen sin presentar ninguna prueba (25:7)
- Festo, también intimidado por los judíos, ofrece remover el juicio a Jerusalén, donde habían planificado matar a Pablo, quien se ve obligado a utilizar su derecho de apelar directamente a Roma.
- Otra vez utilizan a Pablo como diversión para los gobernantes (25:23) y Pablo aprovecha la ocasión de forma brillante y convincente (26:2-23).
- Festo trata de escurrir el bulto, dejando que el rey Agripa decida (25:26)
- Los gobernantes (26:31) reconocen que Pablo ha sido apresado injustamente pero su destino ya está sellado.

No he contado todos estos incidentes de desviación de justicia pero si piensas que hay corrupción donde tú vives, tienen buen modelo de ello en el impero romano. No hay derecho.

 22:1- –Hermanos y padres, escuchad lo que os digo en mi defensa. 2- Al oir que les hablaba en hebreo, el silencio se hizo aún mayor. Pablo continuó: 3- “Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, aunque me crié aquí en Jerusalén, y estudié bajo la dirección de Gamaliel, muy de acuerdo con la ley de nuestros antepasados. Siempre he procurado servir a Dios con todo mi corazón, así como todos vosotros lo hacéis hoy en día. 4- Perseguí a muerte a quienes seguían este nuevo camino: perseguí y metí en la cárcel a hombres y mujeres. 5- El jefe de los sacerdotes y todos los ancianos son testigos de esto, pues ellos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos de Damasco y yo fui allá en busca de creyentes, para traerlos aquí, a Jerusalén, y castigarlos.

Pablo cuenta su conversión

 6- “Pero mientras iba de camino, estando ya cerca de Damasco, a eso del mediodía me envolvió de repente una fuerte luz del cielo 7- y caí al suelo. Oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?’ 8- Yo pregunté: ‘¿Quién eres, Señor?’, y la voz me contestó: ‘Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.’ 9- Los que iban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. 10- Pregunté: ‘¿Qué debo hacer, Señor?’, y el Señor me dijo: ‘Levántate y sigue tu viaje a Damasco. Allí se te dirá todo lo que debes hacer.’ 11- Como la luz me había dejado ciego, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. 12- “Había en Damasco un hombre llamado Ananías, que era muy piadoso y cumplidor de la ley de Moisés. Todos los judíos que vivían allí hablaban muy bien de él. 13- Ananías vino a verme y me dijo al llegar: ‘Hermano Saulo, recibe de nuevo la vista.’ En aquel mismo momento recobré la vista y pude verle. 14- Luego añadió: ‘El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad y para que veas al que es justo y oigas su voz de sus propios labios. 15- Pues vas a ser testigo suyo ante todo el mundo, y vas a contar lo que has visto y oído. 16- Ahora no esperes más. Levántate y bautízate invocando el nombre del Señor, para limpiarte de tus pecados.’

Pablo cuenta cómo fue enviado a los no judíos

17- “Cuando regresé a Jerusalén, fui al templo a orar y tuve una visión. 18- Vi al Señor, que me dijo: ‘Date prisa, sal en seguida de Jerusalén porque no van a hacer caso de lo que dices de mí.’ 19- Yo le respondí: ‘Señor, ellos saben que yo iba por todas las sinagogas para encarcelar y torturar a los que creían en ti. 20- Además, cuando mataron a tu siervo Esteban, que daba testimonio de ti, yo mismo estaba allí aprobando que lo mataran; e incluso cuidé la ropa de quienes lo mataron.’ 21- Pero el Señor me dijo: ‘Ponte en camino, pues voy a enviarte a naciones lejanas.’”

Pablo ante el comandante

22- Hasta este momento le escucharon, pero entonces comenzaron a gritar:
–¡Ese hombre no debe vivir! ¡Quítalo de en medio! 23- Y como seguían gritando y sacudiendo sus ropas y lanzando polvo al aire, 24- el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel y que le azotaran para averiguar por qué la gente gritaba en contra suya. 25- Pero cuando ya lo tenían atado para azotarle, Pablo preguntó al centurión allí presente:
–¿Tenéis autoridad para azotar a un ciudadano romano, sin ni siquiera haberle juzgado? 26- Al oir esto, el centurión fue a dar aviso al comandante, diciéndole:
–¿Qué vas a hacer? ¡Ese hombre es ciudadano romano! 27- Entonces el comandante se acercó a Pablo y le preguntó:
–¿Es cierto que tú eres ciudadano romano?
–Sí –le contestó Pablo. 28- El comandante le dijo:
–A mí me costó mucho dinero hacerme ciudadano romano.
Pablo respondió:
–Pues yo lo soy por nacimiento. 29- Con esto, los que iban a azotar a Pablo se apartaron de él; y aun el propio comandante, al darse cuenta de que era ciudadano romano, tuvo miedo por haberle encadenado.

Pablo ante la Junta Suprema

30- Al día siguiente, el comandante, queriendo saber con exactitud de qué acusaban los judíos a Pablo, le quitó las cadenas y mandó reunir a los jefes de los sacerdotes y a toda la Junta Suprema. Luego sacó a Pablo y le hizo comparecer ante ellos.

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