Vitaminas (Lectura mínima) Santiago 3:1-9
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3 y 4
Alguien en el campo dice “Este año voy a sembrar patatas”, o
“Voy a probar a plantar kiwis.” Alguien de la ciudad dice, “Voy a buscarme una
finca en el campo”. Y así tienen un proyecto. Puede ser para beneficio del
presupuesto familiar o, como dicen, “mejorar la calidad de vida”, etc.
Santiago, que es la epístola de grandes temas, nos pone un
reto diciendo, “Ningún hombre puede domar la lengua” (3:8). Aceptando que esto
sea cierto, sería interesante y útil proponernos probar hasta dónde podemos
llegar en el buen uso de la lengua. Por ejemplo al final del día
preguntarnos, ¿A cuántas personas he podido ayudar con mis palabras? ¿Hubo
algún desanimando al que le he visto cobrar ánimo por algo que yo le dije? O al contrario ¿He ofendido a alguien con una palabra inoportuna?
En este proyecto podemos tomar nota si hemos podido pasar el
día entero sin decir ningún insulto ni ninguna indirecta. Cuando uno está dado
a usar un vocabulario malsonante podemos proponernos durante un día entero usar
sólo palabras de bendición y no de maldición. Si tienes costumbre de ensalzarte
mucho para que vean lo bueno que eres, puedes intentar durante un día hablar
bien de los demás y callarte acerca de ti mismo.
Si has desarrollado la práctica de herir con tus palabras,
puedes limitarte a curar; a hablar suave en vez de gritar; incluso a escuchar
en vez de tener que hablar siempre.
Una sugerencia: como la lengua no se puede dominar hay que
entregar este miembro al Espíritu Santo (Romanos 6:13).
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