Aperitivo 1
Juan 1
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Juan 1
Este capítulo tan breve lo puedes leer en menos que dos
minutos, y luego decir, ya he hecho mi lectura para hoy. O bien, puedes tomar
el tiempo suficiente para disfrutar de uno de los mensajes más prácticos que
Dios tiene para ti.
Para entender las epístolas de Juan hay que notar sus “para
que”. Él ha escrito esto para que nuestro gozo sea completo (v 4). En
cuestión de segundos nos anuncia que Dios tenía un proyecto desde el principio,
que él ha conocido personalmente, y en el que tú y yo podemos participar
plenamente.
Juan se presenta como uno que ha tocado a Jesús físicamente.
Si todos tuviésemos que pasar por la misma experiencia, imagínate la cola que
se formaría para tocar a Jesús. Pero Juan nos hace entender que lo que él
experimentó no fue solamente para beneficio propio, sino para compartir, y que
lo que va a compartir no pierde nada de lo que él recibió. Habla de
comunión. Podemos tener comunión con él. La comunión que él tiene es
directamente con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Los 12 apóstoles fueron elegidos para conocer a Jesús y ser
testigos para el mundo, de lo que conocieron. Si la transmisión de ese
mensaje se hace de una forma meramente humana, entonces lo que Juan dejó
comunicado a Policarpo sería sólo parcial. Luego, lo que éste transfirió a sus
propios discípulos quedaría en menos de lo que él recibió, de modo que el
conocimiento llega a nuestro tiempo muy diluido. Pero lo que escribió Juan va
acompañado de un toque divino que llega directamente a nuestro espíritu. La
relación con Jesús no es en la carne, sino en el espíritu. PUEDES TENER LA
MISMA RELACIÓN CON JESÚS QUE TUVO JUAN. Él era un pecador que tuvo que
confesar sus pecados. Al hacerlo, quedó totalmente limpio. Cuando nosotros
confesamos nuestros pecados (v 9), quedamos igualmente limpios y santos.
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