Vitaminas (Lectura mínima) Efesios
6:14-20
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6
De niño me impresionaban mucho algunos libros, como “La Isla
del Tesoro”. Recuerdo una frase de uno de los héroes, hablando de otro
espadachín: “Me pondría de espaldas con él contra cualquiera.” Es decir, que
con ese compañero guardando sus espaldas se sentía seguro.
Se nos anima a ser buenos soldados de Cristo usando las
armas de Efesios 6. Sabemos que Dios no necesita defensa, es invencible.
Sabemos quién es nuestro enemigo, el ejército de maldad (v 12). ¿Y nuestra
misión? No somos un ejército en reserva, por si acaso nos atacan. Somos
invasores rescatando almas de las garras del diablo. Trabajo peligroso. El
diablo solo ataca cuando se ve amenazado. Por eso, al tiempo que nos dedicamos
al rescate de almas tenemos que proteger a nuestros compañeros de milicia.
Pablo considera compañeros a los creyentes de Efeso. Les
ruega que oren por él con toda perseverancia y súplica (vss 18 y 19). Alguien
ha dicho de forma exagerada que el ejército cristiano es el único que mata a
sus propios heridos. ¿Cuál es nuestra reacción cuando un hermano sufre una
caída? No le dejes tirado. ¡Cúbrele! Y cuando tú estás en peligro, pide ayuda
como Pablo y como Cristo en Getsemaní. No hay nadie que pueda pelear sin que le
cubran las espaldas.
¿He aprendido a unirme a mis compañeros de batalla?
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