miércoles, 16 de febrero de 2011

Tranquilidad

Vitaminas                 Romanos 13:1-4
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    Hay dos maneras de ver las autoridades, sean de carretera, de hacienda o de otro ministerio. Podemos pensar que van en contra nuestro o podemos reconocer que están para que nuestra vida sea más segura.
El otro día llegaron dos policías municipales a la finca donde yo estaba trabajando. Me llamaron y vi que tenían un papel. “¿Es Vd. David Juan?” “Sí.” “Pues llevamos 3 días buscándole.” Puedes imaginar las preguntas que pasaban por mi mente. Al final me entregaron el papel que era un permiso de obras que habíamos solicitado. No sabían que vivíamos en el pueblo y no en la finca. Al final nos reímos y dijimos que la próxima vez no tendrían que perder el tiempo buscando en el campo.
    Las autoridades están a mi favor. Son siervos de Dios (Romanos 13:4). Pero si estoy pasando el límite de velocidad me he puesto en el lado contrario de lo establecido por Dios y tengo motivo de perder la tranquilidad. Yo como cristiano estoy al servicio de Dios y las autoridades están al servicio de Dios. Si tengo un Dios grande entonces no me hace falta saltarme las leyes, ni de hacienda, ni de la carretera porque él es quien planifica mi horario y mi presupuesto y él toma en cuenta todos los requisitos de la ley.
    Hay situaciones cuando rige una ley mayor. Si en la ley humana no cabe el amor (v 9) los cristianos han de actuar en consecuencia como hicieron en el caso del tren subterráneo. Así llamaban la ruta de escape que preparó un grupo de creyentes para que esclavos en América llegasen a lugares seguros. También podemos estar tranquilos (aunque no necesariamente cómodos) cuando estamos cumpliendo la voluntad de Dios. El sigue estando encima.
¿Estoy tranquilo?

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