Vitaminas Romanos 14:19-23
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Dos maestras solteras hablan de tomar sus vacaciones juntas. “¿Dónde te gustaría ir?” dice una. Cuando la otra indica su preferencia, entonces la primera dice, “¡A mi me parece estupendo!”. Pero la segunda luego se enteró de que lo había dicho porque le interesaba que su amiga lo pasara bien. El sitio tenía menos importancia que el hecho de agradar a la otra persona.
A la hora de tomar decisiones este principio nos ayudará. ¿Qué es lo que más beneficiará a la otra persona? En nuestro texto Pablo está hablando de cosas mucho más serias que sólo pasarlo bien. En primer lugar la fe cristiana no es una lista de prohibiciones. Podemos comer y beber de todo lo que Dios ha hecho. Pero hay personas que por sus tradiciones se escandalizan por cosas que no tienen importancia. Por ejemplo mi amigo musulmán que no come carne de cerdo. Si estamos comiendo juntos tengo que decidir qué tiene más importancia, el comer lo que me gusta, o el no escandalizar a mi amigo.
Cuando escribía Pablo muchos cristianos habían salido de la idolatría donde la carne tenía fuertes vínculos con los ritos paganos. El comer carne se asociaba con los animales que se sacrificaban en los templos de los dioses falsos. Como cortesía entonces los cristianos que no tenían problemas con esos escrúpulos tenían que decidir qué tenía más importancia, disfrutar de un buen plato de carne o pasar con el fin de no confundir a las personas más débiles. Por causa de la comida se podía destruir la obra de Dios (v 20).
¿En qué forma mi comportamiento puede ayudar a un cristiano inmaduro a no caer?
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