lunes, 22 de febrero de 2010


Las cosas no son lo que parecen
    Jesús advirtió a sus discípulos, Os echarán mano, y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles, llevándoos ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre. Esto os dará oportunidad de testificar. Por tanto, proponed en vuestros corazones no preparar de antemano vuestra defensa; porque yo os daré palabras y sabiduría que ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni refutar (Lucas 21:12-15)
    Entramos ahora en unos episodios de la vida de Pablo, que podrían titularse, Dios escribe derecho con renglones torcidos. Seis veces va a tener que defenderse públicamente y ante las autoridades. Primera– 22:1-21. Segunda– 23:1-6. Tercera– 24:10-21. Cuarta– 24:24-25. Quinta– 25:8-11. Sexta– 26:2-29. Para cualquier observador parecería que la justicia romana se ha malogrado y este pobre hombre tiene que sufrir injustamente. Pero Dios no permite que nada suceda sin un buen propósito. A Pablo no solamente se le permite anunciar el mensaje de Cristo a todos los niveles en Palestina, sino que se le promete que hará lo mismo en Roma (23:11).
    Incluso los que creemos en Dios, leyendo esto, podríamos decir ¿Por qué Pablo se mete en esta jaula de leones sabiendo de antemano el peligro? ¿Por qué Dios permite que prevalezca tanta falsedad? O, ¡Qué pena que Pablo apelara a César! Podía haber quedado en libertad (26:32).
    ¡No, hermano! ¡Dios está realizando su voluntad a la perfección! Lo mismo sucede en tu vida. Cada revés, cada infortunio, hasta tus propias meteduras de pata, Dios lo está usando todo en beneficio tuyo y de los demás. La Palabra para Pablo es para ti también, El Dios de nuestros padres te ha designado para que conozcas su voluntad (22:14).
¿Me alegro de hacer su voluntad?

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