lunes, 8 de febrero de 2010

La iglesia de la gente normal


    Aunque este libro se llama “Los Hechos de los Apóstoles”, y algunos dicen que podría llamarse “Los Hechos del Espíritu Santo”, lo que tenemos en estos capítulos es la historia de los no-apóstoles. Esteban, en Hechos 6 y 7, empezó con el encargo de “servir mesas” (6:2). Pero eso fue solamente su comienzo, cumpliendo lo que dijo Jesús, El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho (Lucas 16:10). En el capítulo 8 a quien vemos es a Felipe, predicando en Samaria y realizando milagros. Llevado en teletransporte (v 39), va de un lugar de ministerio a otro. Él también empezó con Esteban, ayudando con la comida. Al contrario de Esteban, Felipe experimenta un largo ministerio. Es de los pocos a quienes se les aplica el título Evangelista. Años después le vemos sirviendo al Señor con sus 4 hijas (21:8).
    Parece haber un patrón. El camino hacia el ministerio espiritual pasa por el servicio en lo material. A los apóstoles les tocó dar de comer a las multitudes y preparar la última cena, etc. Bernabé donó su finca para la comida de los pobres antes de entrar en esa gran labor de formación de obreros como Pablo. Aunque nunca dejamos de servir a los demás. Jesús en la última cena les lavó los pies a sus seguidores. Felipe es el que ofrece hospitalidad a Pablo y compañía.
    Jesús dijo que siempre habrá pobres (Mateo 26:11). Siempre habrá también aprovechados, que ven en la iglesia un buen negocio. Simón el curandero (Hechos 8:27) es conocido como el gran poder de Dios. Se necesita la decisión que mostró Pedro, para demostrar que no hay lugar en la iglesia para los que quieren enriquecerse a su costa.
    Personas normales, comprometidas al 100% con Cristo, son lo que Dios quiere usar para hacer cosas grandes
¿Acepto que Dios me quiere usar a mí?

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