jueves, 11 de febrero de 2010

Como al principio


    Así que las lenguas son una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos (1 Corintios 14:22). ¿Te acuerdas que fue con las lenguas que los acompañantes de Pedro reconocieron que el Espíritu Santo había sido dado a la familia del militar romano (10:45)? También a los veteranos de Jerusalén, parece que les convence esta señal (11:18). Una cosa que me anima en este relato es que cuando se dan cuenta de la realidad, glorifican a Dios. No son racistas, sino más bien un poco duros de mollera. 
    Además, se dan cuenta que los que les han contado la historia primero, han dicho una cosa parcial con intenciones cuestionables. Lo mismo que siempre tendremos pobres, tendremos siempre también a gente dispuesta a confundir, diciendo las cosas a medias. Por eso Pedro se ve obligado a explicar por orden lo sucedido (v 4). Es interesante que Pedro no está exento de dar explicaciones. A Pedro se le puede corregir. Lo hace también Pablo (Gálatas 2:11). Él se tiene que defender como cualquier creyente. Me gusta también su actitud en el v 17, ¿Quién era yo, para estorbar a Dios? En el fondo es un hombre disponible, para hacer la voluntad de Dios aunque no lo entienda. Este tema de la inclusión de personas diferentes no queda del todo zanjado, como veremos en el c 15.
    El Espíritu Santo, quien vino en el principio sobre 120 galileos, y vino sobre unos romanos, puede venir hoy día sobre los que menos sospechamos. El que unió a estas personas tan dispares para servir humildemente al Señor Jesucristo puede también unirnos a personas que consideramos totalmente fuera del círculo de la bendición de Dios. Habrá importantes interrupciones en nuestros planes, que no serán interrupciones para Dios.
¿Estoy abierto a sorpresas?

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