domingo, 13 de diciembre de 2009

Los que no entienden

Lectura cronológica 74 en los evangelios
Juan 11:45-54; Lucas 17:11-37

Hay que reconocer la constancia de los fariseos; en todo momento mantienen su oposición a Jesús. En un sentido hay que tenerles lástima. Forman parte del colectivo que va a incurrir la máxima culpabilidad. Tienen acceso a la Palabra de Dios. Están viendo al Mesías con sus grandes milagros a diario. Y se cierran contra todo lo que Dios les ofrece.
     De los que han visto la resurrección de Lázaro, algunos creen y otros van directamente las autoridades para decir, Jesús ha hecho de las suyas otra vez pero peor. Convocan asamblea y se afirman en la necesidad de matar, no sólo a Jesús, sino también a Lázaro. No saben que no pueden pelear contra Dios y no saben que el sumo sacerdote, saduceo que no cree en la resurrección, está siendo usado por Dios para decir una profecía significativo.

     A lo mejor no entendemos la falta de gratitud de los 9 leprosos sanados. Sin embargo, ¿quién de nosotros no cae en el mismo error? Esa negligencia me sirve para recordar que en el comienzo del camino que nos aparta de Dios está precisamente la ingratitud (Romanos 1:21). ¡Qué fácil es pasar por alto los rayos de calor de la bondad de Dios y asumir una actitud de queja y no de acción de gracias!

     ¿Cómo entiendes tú la enseñanza de Jesús en Lucas 17:20-37? Le preguntan sobre la venida del Reino, y él distingue entre el Reino, que está entre nosotros y el día del Señor, que será espectacular. Un buen texto para nuestra meditación hoy sería el versículo 33,  Todo el que procure preservar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la conservará. Que el Señor nos dé entendimiento sobre valores, como le dio a un conde ruso, que además de tener enormes riquezas, había alcanzado la máxima fama por sus escritos. León Tolstoi, autor de Guerra y Paz y Anna Karénina, se convirtió a la fe en Cristo, siendo ya mayor y muy famoso. Uno de los libros que escribió después llevaba el título, El Reino Está en Vosotros. El cambio que experimentó fue tan radical, que ya no quería cobrar sus escritos, y su intención fue entregar todo su patrimonio a los pobres.
     De alguna manera hoy nos enfrentaremos con la decisión de, agarrarnos a nuestra "vida", o perderla para un eterno beneficio.

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