domingo, 29 de noviembre de 2009

Conversación con gente difícil


Lectura cronológica 60 en los evangelios
     ¿Alguna vez te has hartado de intentar convencer a alguien, de llevarle por el buen camino? Al final dices, "Me callo y dejo de perder el tiempo. Es obvio que sólo quiere polémica." ¿Cómo podemos saber con certeza si seguir intentando ayudar a alguien o no? Un profesor que tuve, Donald McGavran, hablando de personas en la India que querían convertirse por motivos cuestionables, contestó esa pregunta diciendo, "De rodillas delante de Dios". Jesús ha estado en su lugar de oración antes de empezar este día (Juan 8:1). Y nos aclara (Juan 8:27) que siempre hace la voluntad de su Padre. Así que, no está perdiendo el tiempo con estas personas que al final toman piedras con intención de matarle (v 59).
     Hay un momento cuando el vaivén de este público voluble se inclina a favor de Jesús y muchos creen en él (v 30). Pero no se deja engañar. Cuando les ofrece un camino para no perder lo que tienen, ellos vuelven a su testarudez.
     La lectura que tenemos delante es de los textos difíciles que me gustan porque con la sola razón parece que no lo vamos a abarcar. Hay que ir repetidas veces y meditar y pedir luz al Espíritu de Dios. Hay que subrayar las cosas que nos llaman mucho la atención y partiendo de allí ir explorando todo el texto. ¿Qué tal el v 32 para empezar? Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Luego es importante aplicar estas verdades a nuestra vida. Y así el texto de la Palabra se va convirtiendo en alimento. Podemos con este versículo rastrear nuestras vidas preguntando ¿En que forma me encuentro todavía cautivo? ¿soy preso del miedo y la preocupación, del qué dirán, de vicios, de ignorancia? ¿Cómo puedo aprovechar la verdad que me hará libre?
    Cuento en este texto unos 10 intercambios entre Jesús y la gente. Se ve claramente si tienes una Biblia que pone las palabras de Jesús en letras rojas. Es un texto difícil, incluso para los comentaristas especializados. Es provechoso. Son palabras de Jesús. Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros (Colosenses 3:16).

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