martes, 10 de marzo de 2009

¡Demasiado para mi cabeza!

Texto de la semana – Romanos 11:30-36
Menú completo Romanos 11

Romanos 9, 10 y 11, que hablan de la rebeldía de Israel y la mano de Dios en la historia, no son una paréntesis. Son un elemento esencial del argumento de Pablo. Estos capítulos nos describen el carácter de Dios. Esto sirve para aumentar nuestra confianza en él. Vemos su fidelidad a sus promesas y su corazón de amor hacia los rebeldes. 
Nos aclaran la perfecta unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. No hay que hacer como el heresiarca Marción y tirar por la borda todo el Antiguo Testamento además de tachar cosas del Nuevo, para entender el Dios de los cristianos. Dios tiene un propósito que va progresando, y todos los que somos de él, figuramos en su cumplimiento.
Nos llevan a exclamar, ¡qué grande es mi Dios! Quiero formar parte de su ejército, quiero entregarme totalmente a él para el cumplimiento de su propósito. Es decir, que nos llevan a Romanos 12:1. 
Una cosa que nos va a ayudar a entender la Palabra de Dios es reconocer nuestras limitaciones para entender. Me explico: hay cierta tendencia humana a descartar todo lo que no comprendemos. Con las Escrituras hay que hacer lo contrario, y llegar a la conclusión de Pablo, menos mal que Dios es más profundo que yo, que sus juicios son insondables, que sus caminos son inescrutables (11:33). Menos mal que yo no entiendo su mente, porque para eso él tendría que ser tan pequeño como yo. Hay que Aceptar, Acatar y Alabar. Así empezaremos con un dilema (Romanos 9:1 y terminaremos con una doxología de alabanza(11:36).
¿Qué es más importante, entender o aceptar?

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