lunes, 3 de febrero de 2020

La iglesia sigue el ejemplo de Jesús (Hechos 3)


Cuando Jesús estaba en Jerusalén sanó a muchos enfermos. En su última semana antes de morir iba todos los días al templo. Allí había un hombre cojo que pedía limosna. Jesús no lo sanó. Lo dejó para Pedro, y ahora vemos por qué. Este enfermo es un hombre tan conocido, y con una condición tan obvia, que su curación acreditará a los apóstoles como representantes de Jesús. Los líderes del templo no podrán negar la autenticidad del milagro (4:16). Pero en vez de aceptar lo que Dios está haciendo tratan de cerrarles la boca a los que llevan su mensaje.

Nosotros también somos llamados a seguir el ejemplo de Jesús. Juan 15:12 - Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado. Puedes empezar a practicar ese amor hoy dedicando un tiempo a orar por tus hermanos y tu familia.

Pedro sana a un cojo de nacimiento

 3:1- Un día, Pedro y Juan fueron al templo a la oración de las tres de la tarde. 2- En el templo se encontraba un cojo de nacimiento, al que todos los días llevaban y dejaban junto a la puerta llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban. 3- Cuando el cojo vio a Pedro y a Juan, que estaban a punto de entrar en el templo, les pidió una limosna. 

4- Ellos le vieron, y Pedro le dijo: –Míranos. 5- El hombre puso atención, creyendo que iban a darle algo, 6- pero Pedro le dijo: –No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7- Dicho esto, Pedro lo tomó de la mano derecha y lo levantó, y al punto cobraron fuerza sus pies y sus tobillos. 8- El cojo se puso en pie de un salto y comenzó a andar; luego entró con ellos en el templo, por su propio pie, saltando y alabando a Dios. 

9- Todos los que le vieron andar y alabar a Dios  10- se llenaron de asombro y de temor por lo sucedido, ya que conocían al hombre y sabían que era el mismo que se sentaba a pedir limosna en el templo, en la puerta Hermosa.

Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón

 11- El cojo que había sido sanado no soltaba a Pedro y a Juan. Toda la gente, admirada, corrió a la parte del templo que se llama pórtico de Salomón, donde ellos se encontraban. 12- Pedro, al ver la gente, les dijo: “¿Por qué os asombráis, israelitas? ¿Por qué nos miráis como si nosotros hubiéramos hecho andar a este hombre por nuestro propio poder o por nuestra devoción a Dios? 

13- "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado el más alto honor a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis a las autoridades y a quien no permitisteis que Pilato pusiera en libertad. 14- En vez de pedir la libertad de aquel que era santo y justo, pedisteis que se soltara a un criminal. 15- Y así matasteis al que es autor de la vida. Pero Dios lo resucitó, y de ello nosotros somos testigos. 

16- "Lo que ha hecho cobrar fuerzas a este hombre que veis y conocéis, es la fe en el nombre de Jesús. Esa fe en Jesús es la que le ha hecho sanar completamente, como todos podéis ver. 17- Ya sé, hermanos, que cuando vosotros y vuestros jefes matasteis a Jesús, lo hicisteis sin saber en realidad lo que estabais haciendo. 18- Pero Dios cumplió de este modo lo que antes había anunciado por medio de todos sus profetas: que su Mesías tenía que morir. 

19- "Por eso, volveos a Dios y convertíos, para que él borre vuestros pecados. 20- Quizás entonces el Señor os mande tiempos de alivio, enviándoos a Jesús, a quien desde el principio había escogido como Mesías para vosotros. 21- Aunque por ahora Jesucristo debe permanecer en el cielo, hasta que Dios ponga todas las cosas en orden, como dijo por medio de sus santos profetas que vivieron en los tiempos antiguos. 22- Moisés anunció a vuestros antepasados: 
‘El Señor vuestro Dios hará que salga de entre vosotros un profeta como yo. Obedecedle en todo lo que os diga, 23- porque todo aquel que no haga caso a ese profeta será eliminado del pueblo.’ 
24- "Y todos los profetas, de Samuel en adelante, hablaron también de estos días. 25- Vosotros sois los herederos de las promesas que Dios hizo por medio de los profetas, y sois también herederos del pacto hecho por Dios con nuestros antepasados. Pues Dios dijo a Abraham: 
‘Todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tus descendientes.’ 
26- "Cuando Dios resucitó a su Hijo, os lo envió primero a vosotros, para bendeciros, para que cada uno de vosotros se convierta de su maldad.”

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