martes, 2 de julio de 2019

Un niño dirige el país (1 Samuel 3-6)

¿Qué representa la llegada de Samuel en la escena nacional de Israel?

¿Qué papel juega su madre en su formación?

Antes de nacer, antes de su concepción, su madre le "sacrificó", un enorme sacrificio para la madre de un niño pequeño, resignarse a ver a su hijo una vez al año y que le cuide un señor que ha fracasado en criar a sus propios hijos.
Sin duda, Ana, en esos pocos años con su hijo, dejó en él una enorme impresión. (Tenemos un caso similar in el caso de Moisés, cuyos padres le dejaban “en las manos de Dios” desde muy pequeño, y los dos llegan a ser de los más grandes de los profetas. La fuerza de la oración de estos hombres se refleja en el comentario de Jeremías, Entonces el SEÑOR me dijo: Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, mi corazón no estaría con este pueblo; échalos de mi presencia, y que se vayan (Jeremías 15:1)

Subestimamos el poder de las madres. Sin Ana no hay Samuel. Sin las oraciones desesperadas de esta mujer, que parece también profetisa (ver el c 2), no hay quien saque a Israel de sus derrotas y ponga comienzo a dos dinastías.

Una opinión personal: creo que Ana no solamente lloraba en el tabernáculo antes de tener el niño, sino también cuando con su marido regresaba de la casa de Dios, otra vez sin hijos. El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra, en verdad volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas (Salmos 126:6).

En los 4 capítulos de hoy vemos como Dios se presenta a Samuel (con las correspondientes equivocaciones del niño, que el camino espiritual incluye tropezones). Menos mal que él pudo aprender incluso mediante los consejos de un hombre fracasado.

Vemos también la triste muerte de Elí, cuyo corazón hasta el final está con la casa de Dios.

Vemos con cierto humor como los filisteos pueden vencer a los de Israel pero no pueden vencer a su Dios. Y cómo los vencedores tienen que pagar a los perdedores.
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Vemos, como tantas veces a través del Antiguo Testamento, que con la presencia de Dios no se juega. Mueren 70 hombres por curiosear en cosas que no les corresponden.



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