domingo, 24 de febrero de 2019

Factores sorpresa

24-febrero

Mateo  28:2-4
2  Y he aquí, se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella.
3  Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve;
4  y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos.

Mateo  28:1
1  Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro.

Marcos   16:1-4
1  Pasado el día de reposo, María Magdalena, María, la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
2  Y muy de mañana, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro cuando el sol ya había salido.
3  Y se decían unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4  Cuando levantaron los ojos, vieron que la piedra, aunque era sumamente grande, había sido removida.

Lucas 24:1-3
1  Pero el primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían preparado.
2  Y encontraron que la piedra había sido removida del sepulcro,
3  y cuando entraron, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.

Juan 20:1-2
1  Y el primer día de la semana María Magdalena fue temprano al sepulcro, cuando todavía estaba oscuro, y vio que ya la piedra había sido quitada del sepulcro.
2  Entonces corrió y fue a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.

Mateo  28:5-7
5  Y hablando el ángel, dijo a las mujeres: Vosotras, no temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.
6  No está aquí, porque ha resucitado, tal como dijo. Venid, ved el lugar donde yacía.
7  E id pronto, y decid a sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y he aquí, El va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.


Probablemente hoy mismo tú y yo habremos hecho algún cálculo, alguna planificación sin contar con el poder de Dios. Eso fue el error de Pedro cuando aconsejó a Jesús no pasar por la cruz (y también cuando no le pareció bien que Jesús le lavara los pies). Error de los discípulos cuando calcularon acertadamente que no tenían dinero suficiente para invitar a la multitud a cenar. Y estas pobres mujeres se preocupan por cosas que no tendrán que afrontar: ¿quién abrirá el sepulcro? ¿dónde encontraremos al cadáver? 

Dios es así. Seguro que lo has experimentado. Todas sus sorpresas son buenas, incluso las que nos asustan. Lo que nos corresponde es seguir a Jesús hasta el final en obediencia, no con preocupación, sino con anticipación.

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