02-febrero
Juan 13:21-35
21 Habiendo dicho Jesús esto, se angustió en
espíritu, y testificó y dijo: En verdad, en verdad os
digo que uno de vosotros me entregará.
22 Los discípulos se miraban unos a otros, y estaban perplejos sin saber de quién hablaba.
23 Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa reclinado en el pecho de Jesús.
24 Por eso Simón Pedro le hizo señas, y le dijo: Dinos de quién habla.
25 El, recostándose de nuevo sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
26 Entonces Jesús respondió: Es aquel a quien yo daré el bocado que voy a mojar. Y después de mojar el bocado, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
27 Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
28 Pero ninguno de los que estaban sentados a la mesa entendió por qué le dijo esto.
29 Porque algunos pensaban que como Judas tenía la bolsa del dinero, Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta, o que diera algo a los pobres.
30 Y Judas, después de recibir el bocado, salió inmediatamente; y ya era de noche.
31 Entonces, cuando salió, Jesús dijo: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en El.
32 Si Dios es glorificado en El, Dios también le glorificará en sí mismo, y le glorificará enseguida.
33 Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo. Me buscaréis, y como dije a los judíos, ahora también os digo a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis ir.
34 Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.
22 Los discípulos se miraban unos a otros, y estaban perplejos sin saber de quién hablaba.
23 Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa reclinado en el pecho de Jesús.
24 Por eso Simón Pedro le hizo señas, y le dijo: Dinos de quién habla.
25 El, recostándose de nuevo sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
26 Entonces Jesús respondió: Es aquel a quien yo daré el bocado que voy a mojar. Y después de mojar el bocado, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
27 Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
28 Pero ninguno de los que estaban sentados a la mesa entendió por qué le dijo esto.
29 Porque algunos pensaban que como Judas tenía la bolsa del dinero, Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta, o que diera algo a los pobres.
30 Y Judas, después de recibir el bocado, salió inmediatamente; y ya era de noche.
31 Entonces, cuando salió, Jesús dijo: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en El.
32 Si Dios es glorificado en El, Dios también le glorificará en sí mismo, y le glorificará enseguida.
33 Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo. Me buscaréis, y como dije a los judíos, ahora también os digo a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis ir.
34 Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.
Sabemos que Jesús, en Getsemaní, sintió el dolor que le esperaba. Pero en las horas anterior a eso vemos que hay otro dolor que pesa sobre él. "Se angustió en espíritu". ¿Por qué? Uno de sus seguidores más íntimos, en quien había invertido mucha atención, estaba a punto de traicionarle. Es doloroso cuando te traicionan, aunque ya te dabas cuenta antes. "Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que le iba a traicionar" (Juan 6:64). Cuando nos sentimos traicionados por alguien en que hemos confiado, recordemos que Jesús sabe exactamente lo que estamos experimentando.
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