Aperitivo 1
Pedro 5:1-6
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Pedro 5
Al llegar al capítulo 5, me estoy dando cuenta que tenemos
aquí un perfecto ejemplo de lo que hemos visto en los capítulos anteriores.
Somos de otro país, nuestras normas son diferentes, y tenemos que cuidar de no
incorporar en la iglesia los métodos del mundo. Empezando con los responsables
de la iglesia, Pedro advierte respecto a dos cosas que vemos comúnmente en la
política: el abuso del poder y la corrupción.
La obediencia a los pastores ha de ser voluntaria. No se les
concede ningún mazo para obligar a los fieles. Tienen que conseguir el respeto
de la congregación como lo consiguió Jesús, mediante la excelencia de su
carácter. El único pastor válido es el que pone ejemplo (v 3). Esto nos pone en
una posición de debilidad porque no disponemos de ninguna amenaza para los
desobedientes. No les podemos quitar el trabajo o rebajarles el sueldo o
meterles en la cárcel. Estamos limitados a la misma autoridad que tenía Jesús.
Tenemos las mismas armas que tenía Pablo quien dijo a los responsables de Éfeso
que durante 3 años no había dejado de amonestar con lágrimas a cada uno (Hechos
20:31).
Tampoco podemos hacer como alguno políticos, que ven su
influencia como mercancía para vender al mejor postor. No veo otra manera de
ser un auténtico ejemplo, aparte de mantener un nivel material sencillo. Así
demostramos que, efectivamente, somos ciudadanos del cielo.
El adversario intentará que se cuelen en la iglesia los
métodos del mundo. Quiere que los jóvenes se fíen más de sus estudios que del
poder de Dios, que los mayores se acomoden y disfruten de las cosas de este
siglo. Entonces (v 8) nos podrá devorar. Debido a que el diablo no descansa
tenemos que velar continuamente.
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