miércoles, 30 de mayo de 2012

En todos los ámbitos


Aperitivo (Lectura mínima)         1 Pedro 3:1-13
Menú completo                    1 Pedro 3

Nuestro testimonio ante la sociedad, sometiéndonos a toda institución humana (1 Pedro 2:13) encierra un principio importante: cuando nos sometemos, abrimos la posibilidad de que Dios obre. Hemos escuchado maravillosos testimonios de esposas cuyos maridos han sido ganados para el evangelio después de un largo tiempo de resistir la influencia de Dios. La clave ha sido el amor incondicional de la esposa. Ellas no han predicado a sus maridos, no han exigido, sino que han practicado la sumisión y el respeto que vemos en 1 Pedro 3:1,2. Tampoco han sido un felpudo. La persona que sabe que es hija de Dios y conoce el amor de Dios tiene una autoestima admirable. Esta confianza es irresistible y obliga a los demás a respetarnos.
Creo que algo así tenían Nelson Mandela cuando estaba en la cárcel en Sudáfrica. Los funcionarios blancos, a la fuerza, le llamaban el señor Mandela.

Todos los maridos creyentes han de darse cuenta de una cosa: están puestos para proteger a su esposa de los golpes que puedan agredirla. Ella es el vaso frágil. Las amenazas exteriores, a lo mejor al marido no le asustan, pero ella necesita saber que él está allí para ella. Esto no se consigue mediante la bravuconería, sino mediante la sabiduría. Hay que vivir con ellas sabiamente (v 7). Cada reto a la armonía matrimonial, a la seguridad de los hijos, a la estabilidad económica, es una oportunidad para consultar con otros creyentes con experiencia, examinar principios bíblicos y tomar decisiones que servirán para afirmar nuestro matrimonio. Pedro cuenta con que cada matrimonio cristiano aproveche al máximo la oportunidad de orar juntos. El saber que Dios nos escucha (v 12) da a nuestro matrimonio una enorme firmeza.

¿Conozco los principios de Dios para tomar decisiones?

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