Vitaminas (Lectura mínima) Romanos 10:1-10
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Una de mis hijas me dijo, “Papá me ayudas a arreglar este juguete?” Le dije, “Dámelo”. Pero estaba tan inmersa en su intento de arreglarlo ella misma, que no acababa de soltarlo. Yo tenía confianza en poderlo arreglar y en seguida se lo habría devuelto, pero sus propios esfuerzos estorbaban.
¿Te has dado cuenta que muchas veces somos así con Dios? En el capítulo de ayer vimos que a veces no entendemos el plan de Dios. Así sucedió con Israel, que en su ignorancia del plan de Dios se empeñaban en trazar un curso que sólo les alejaba de los beneficios que él tenía pensados para ellos. Pablo mismo, que está escribiendo esto, ha caído en el mismo error y ahora se preocupa por tanta “gente buena”, que están estorbando a Dios.
¿Qué es el error que cometen? Tal vez el mismo que comete la mayoría de la gente en España que se llaman cristianos. Ignorando la justicia de Dios, procuran establecer la suya propia. Piensan que Dios es un ser exigente al que hay que tener miedo, y tratan de acumular suficientes méritos. Casi piensan que hay que ganar el derecho de ser hijos de Dios. Necesitan darse cuenta que han puesto el carro delante del caballo. En el orden de Dios, primero llegas a ser su hijo y después le puedes agradar.
Cuando Pablo contempla el error que comente gente por él querida, le duele tanto, que derrama su corazón en oración por sus parientes (v. 1).
¿ Cómo puedo ayudar a los que no entienden la justicia de Dios?
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