Vitaminas (Lectura mínima) Romanos 5:1-5
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Yo estaba escuchando a un hombre que había evangelizado a cientos de personas en el sur de España y las había congregado en una iglesia grande. Decía este pastor que era incapaz de pensar en el sacrificio de Cristo sin llegar a emocionarse.
Tú mismo puedes hacer una pequeña prueba. Lee los primeros 5 versículos de Romanos 5, y determina si eres capaz de terminar allí, o si algo te obliga a seguir leyendo.
Si la cruz de Cristo no produce en ti una gran emoción, necesitas parar y pensar Por qué. Sabemos que tú y yo íbamos camino al infierno, y que Dios se interpuso por medio de su Hijo, librándonos de todo el mal que nos esperaba. Si sabemos eso, tenemos un mensaje, podemos comunicar el evangelio.
El hombre que mencionamos arriba no tenía una preparación especial. Sencillamente quería compartir el evangelio. Se había convertido en Madrid y volvía a su pueblo con el mensaje que le había cambiado. Dicen que no hay profeta en su propio pueblo, pero Manolo no fue como profeta, sino con el deseo de compartir lo que había conocido. Se buscó un empleo repartiendo leche. Empezaban a convertirse familiares y amigos, y el evangelio se extendió como un fuego.
¿ Creo en el poder del evangelio?
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