LECTURA CRONOLÓGICA 46 DE LOS EVANGELIOS
Reacción a la multiplicación del pan - Mateo 14:34-36; Marcos 6:53-56; Juan 6:22-40
La barca llega a Genesaret, la llanura donde se encuentra Capernaúm. Mateo y Marcos relatan el ministerio de sanidad que Jesús realiza a continuación. Ya muchos van imitando a la mujer que le tocó el borde de su manto. Y siempre funciona. Juan 6 es un largo capítulo donde vemos un momento "bisagra" en el ministerio de Jesús.
¿Qué es el proceso que nos llevará a la situación de Juan 6:66, donde muchos de sus discípulos ya no andan con él? Hemos visto algunas pistas. Le querían hacer rey y él se fue. Le buscan luego y Jesús señala que no es por buenos motivos (Juan 6:26).
Antes del reinado de los Herodes hubo una dinastía judía inaugurada por una familia de sacerdotes que se llamaban los Macabeos. Aunque no tenían sangre real algunos hablan del reino de los Asmoneos. Tuvieron grandes victorias militares contra las fuerzas de Antíoco, que quiso aplastar la religión del templo. Constituyeron un estado de Israel independiente. Estos días de grandeza quedan frescas en la memoria de los judíos. Y aquí tienen a uno que sí lleva sangre real, y que resulta ser su gran esperanza. No es extraño que 5.000 hombres le hayan seguido a su lugar de retiro para consolidar su poder.
Jesús rechaza eso. Luego dirá, Mi reino no es de este mundo. Sus instrucciones claves se encuentran en Juan 6:27. No hay que hacer esfuerzos por lo material. Mira Juan 6:29. ¿En qué consiste hacer la obra de Dios? Hay que dedicarse a la Palabra de Dios, a lo espiritual. Ya no hay que poner la esperanza en soluciones terrenales, sino conseguir la vida eterna. Trabajad por el alimento que permanece.
Hemos tomado nota que la multiplicación de los panes es el único milagro que se encuentra en cada uno de los 4 Evangelios. Jesús está demostrando lo que enseñó en el Sermón del Monte (Mateo 5-7), que hay que buscar primero el Reino de Dios y su justicia, y no faltará el pan. Y no olvidar tampoco que la manera normal de conseguir el pan es trabajando (2 Tesalonicenses 3:8-11).
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