martes, 17 de noviembre de 2020

La gente de lo prohibido


LECTURA CRONOLÓGICA 48 DE LOS EVANGELIOS

Más críticas por parte de los fariseos - Mateo 15:1-20; Marcos 7:1-23; Juan 7:1


     Jesús no solía faltar a las fiestas anuales de la Pascua en Jerusalén. Acostumbraba viajar allí con sus discípulos desde Galilea. Pero no tenemos noticia de que él acudiera a la fiesta que estaba cerca (Juan 6:4) cuando alimentó a 5.000. De momento va quedando en Galilea (Juan 7:1) para no exponer su vida antes de tiempo, y más adelante pasará incluso al extranjero. 

     Lo que vemos ahora (Mateo 15:1) es que desde Jerusalén hacen el viaje de mas de 100 km algunos fariseos. Es natural ¿no? Querrán observar las filas de gente enferma que se forman, para luego regresar sana. O querrán escuchar las palabras que cambian corazones. ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre habla! (Juan 7:46). O tal vez, como los galileos no consiguieron convencer a Jesús que aceptase el mando del pueblo, éstos que vienen de la capital en representación de las autoridades judías consigan convencerle de que acceda porque el pueblo lo necesita. 

     ¡Qué enanos! Se reúnen alrededor de Jesús (Marcos 7:1) y observan. Y encuentran lo que buscan. Los fariseos todavía existen. Son las personas que tienen una rejilla óptica que sólo les permite ver fallos en los demás. Si alguien está haciendo un bien no lo ven. Si alguien se está sacrificando a favor de los demás, eso no cuenta. Porque ellos están programados mediante una lista de lo que constituye un comportamiento correcto. Normalmente Jesús les irritaba haciendo sanidades en el día de descanso. La obra de Dios no tenía importancia. Las reglas de ellos, sí. ¡Qué sentencia más horrible, la de Mateo 15:8: Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí.
 
    Ahora descubren otra cosa que por las calles de Jerusalén no se veía. En los fértiles campos de Galilea la gente suele frotar una espiga para soltar los granos y se los come. ¡Prohibido! Los fariseos tienen un ritual cada vez que comen. Como los cirujanos actuales, tenían que lavar las manos y dejar escurrir el agua hacia el codo. "Pedro y Juan, no podéis comer en el campo". Me recuerda una iglesia donde estuve compartiendo, que me prohibieron volver porque tenía el pelo demasiado largo. 

     Los fariseos, en vez de corazón, tienen reglas. Y Jesús va a hacer su propio análisis. En esa sociedad la "pensión" de los mayores depende de los lazos familiares. Los hijos heredan, no solo los bienes de los padres, sino también la obligación de cuidarles. Los fariseos, que son avaros (Lucas 16:14), tienen una regla para canalizar ese dinero hacia sus propias arcas. "Si das una ofrenda a Dios (léase nuestra tesorería), se cancela tu obligación filial". Este pueblo con los labios me honra pero su corazón está lejos de mí. ¿Qué te parece si hoy hacemos un análisis también y quitamos alguna regla y vamos regalando abrazos (a distancia si hace falta)?

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