jueves, 9 de diciembre de 2010

Comentario de Susana

         JESÚS ANTE  PILATO

        Este hombre, Pilato, a quien tuvieron que acudir los fariseos y los importantes de los judíos, porque nadie tenia autoridad para condenar a Jesús; éste hombre, siendo plenamente consciente de su autoridad como gobernador y de que en aquel momento y lugar, no había, nadie con mas autoridad que el y habiéndose dado cuenta de que se pretendía cometer una tremenda injusticia condenando a un hombre inocente, cedió finalmente a la voluntad de la gente, perdiendo por completo su autoridad y su integridad, condenando a muerte a un hombre inocente siendo contrario a su voluntad, este hombre, se ha convertido en un hombre con autoridad y sin voluntad; ¿Por qué?
     El temor del hombre, es el pecado que mas fuerza, o mas poder, tiene sobre nosotros, además, domina por doquier. Llegado el momento quien mas poder tiene en este mundo, es sin duda, “el populacho“ y el miedo que tenemos al que dirán.
     Este hombre, Pilato, rindiéndose finalmente al populacho, consintió condenar a muerte al Hijo de Dios, a Jesús, de quien había dicho tres veces, yo no veo razón alguna para condenar a este hombre a muerte y sin embargo, no pudo negarse a pesar de ser el máximo gobernante.
      Cuando oro, como en la oración del Padre Nuestro, “mas líbranos del mal“, pido a Dios con toda mi alma, muchísimas veces, que me libre de este mal, el temor del hombre, este mal que nos convierte a todos en puras marionetas del mal llamado sentido común.
    Que triste es no ser libre como lo era Jesús, es penoso ver que simplemente por el miedo a la reacción de los demás, al rechazo, a lo que pensaran de nosotros, a sus comentarios, o que perdamos popularidad, incluso, simplemente, por que son muchos los que nos contradicen, seamos capaces de perder la dignidad y la integridad como Pilato, y estemos dispuestos a consentir toda clase de injusticias, entre otras cosas, en mayor o menor medida contra otras  personas, contra nosotros mismos y contra Dios; permitiendo así que los demás nos hagan mediocres, aunque si todos somos mediocres, igual de mediocres, ese mal común, no será tan malo, ¿no?, así no nos sentiremos tan mal. ¡Pero…, que no venga nadie, a demostrarnos nuestra mediocridad no siendo mediocre!, por que esto no lo vamos a permitir.
     Siempre valoramos estos textos de la muerte y resurrección de Jesucristo, mirando el lado mas espiritual, murió para salvarnos, darnos la vida eterna, redimirnos, el perdón de los pecados, la victoria sobre la muerte, sobre Satanás y sobre el pecado, aunque con algunos pecados como este del temor del hombre nos controle mas a menudo de lo que pensamos; sin embargo, yo hoy al leer de nuevo este pasaje, me ha hecho pensar mucho desde el punto de vista social o humano en como funcionamos ante situaciones como estas, está muy claro por que los fariseos y los importantes de los judíos querían matar a Jesús; era la amenaza de ver que un hombre de verdadera integridad ante Dios y ante las personas, mostrándonos nuestra maldad.  
       Todos queremos ser como Jesús, incluso los escépticos y los ateos, desearían ser como ese gran hombre lleno de amor y bondad, tan íntegros y tan libres para defender la verdad y la justicia; todos, o casi todos, en el fondo de nuestro corazón desearíamos dar la vida por aquello en lo que creemos, pero esto exige demasiado, la verdad, la equidad, la justicia y el amor, exigen demasiado, es mas fácil cumplir religiosamente con ciertas normas, costumbres, tradiciones, métodos, rutinas, modelos y demás, que ir por la vida nadando contra corriente y sufrir la persecución o el rechazo de los demás, por hacer lo está bien, por ser íntegros de todo corazón.
       Mi oración a ti Señor hoy es esta: A medida que avanza el tiempo en mi vida, mas me debilito, el cansancio y la impotencia me inducen a consentir mas y mas este pecado en mi vida; y como decía el apóstol Pablo en su carta a los romanos, no entiendo lo que hago, puesto que no hago el bien que quiero, sino lo que aborrezco eso hago; aborrezco este pecado que mora en mi, y aunque esta en mi el querer hacer el bien, no es lo que hago, ¡miserable de mi!; dame fuerzas, Dios mío, permíteme, de todos modos, recibir tu perdón y acogerme a tu palabra, el salmo 103 dice también, que tu no nos has pagado como merecemos por nuestras maldades, es mas, diste tu vida en pago por ellas, tu Señor  sabes de que estamos hechos, tu sabes que solo somos polvo.  Líbrame del mal, Dios de mi alma, amen.



                                                                                                 Susana Girón

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