viernes, 8 de octubre de 2010

El que avisa no es traidor

Vitaminas (Lectura mínima)            Mateo 8:18-22
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Hace años vino un hombre andando desde París hasta Madrid, llevando una cruz a cuestas y predicando el evangelio. Aunque fueron tiempos de Franco, consiguió juntar en la Plaza Mayor a miles de personas. Un hombre que le escuchó quedó tan admirado que dijo, “Yo, a ese hombre le seguiría a donde fuera”. Pero había que contrastar esas buenas intenciones con la forma en que trataba a su mujer y sus hijos y la cantidad de alcohol que bebía. Jesucristo también tenía seguidores así, de boquilla. 
Jesús se encuentra en un gran momento de popularidad. Milagros, sanidades, tremenda capacidad de convocatoria. Escucha sus palabras: “Si quieres seguirme, no cuentes con comodidades. No se trata de seguirme cuando hayas arreglado todo lo demás, sino que ahora es el momento.
Naturalmente, hay momentos de popularidad para los cristianos, porque estamos realizando un bien a favor de los demás. Pero el seguir a Cristo implica comprender bien que la popularidad es algo muy pasajero. Hay que entender que aquí en la tierra somos viajeros, sin hogar estable. El poder que Dios nos da no es moneda para conseguir beneficios personales. No es para poder evitar sacrificios. Es para demostrar que Dios vive, con el fin de que se escuche su mensaje.
¿ He llegado al punto donde acepto que este mundo no es mi hogar?

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