viernes, 20 de noviembre de 2009

Agudeza y Torpeza


     Cuando escribo aquí trato de limitarme a señalar lo que dice la Biblia y aplicarlo a nuestra faena diaria. Pero ahora voy a dar una opinión propia. Es esto: creo que tú y yo no somos muy diferentes de los 12 apóstoles. Es decir, que Jesús eligió a 12 hombres con unas características normales de la humanidad. Sólo había una cosa en que se distinguían. Y en esa cosa podemos participar también tú y yo: una lealtad férrea, inquebrantable a Jesús. Pero sus capacidades y sus tendencias son las nuestras.
     Así que, tú te puedes ver en Pedro y en Andrés y en Tomás. Cuando el Padre revela a Pedro que el que tiene delante es el Hijo de Dios, hijo de David, el Rey profetizado en el Antiguo Testamento, esa misma revelación puede llegar como una flecha a tu corazón. No será por estudios ni por ningún don tuyo, ni por codearte con gente iluminada, sino por contacto directo con Dios.
     Igualmente cuando Pedro instintivamente rechaza la nueva revelación, de que ese Mesías tiene que ser sacrificado, tú y yo y los cristianos en general, muchas veces hemos optado por un discipulado cómodo. El término en sí es una contradicción. No existe discipulado cómodo. Diariamente tenemos que subir la cruz sobre los hombros dirigiéndonos al Calvario.
      Van a ser tres las veces que Jesús advierta a los discípulos que va a morir, llegando incluso en la tercera ocasión a indicar la manera de su muerte. Estas 3 ocasiones vienen aquí (Mateo 16), Mateo 17:22-23 y Mateo 20:17-28 y en textos paralelos en todos los sinópticos. La primera vez tenemos este intento torpe de Pedro, de corregir al Maestro. La segunda vez se entristecen, les son veladas las palabras y tienen miedo de preguntar. La tercera vez tampoco entienden y son Juan y Santiago los que piden ser primeros ministros de su reino. Veo una norma que podemos discutir: No entendemos las cosas que no queremos entender. Lo que puedes hacer hoy es tomar en tu corazón ese texto de Lucas 9:23 y abrazarlo y el Padre te enseñará las cosas íntimas de tu Señor.

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