domingo, 22 de noviembre de 2009

Cómo ganar batallas difíciles

     Pedro, Juan y Santiago han pasado la noche en el monte. Han visto a Jesús cambiar de apariencia; hasta su ropa resplandecía. Han reconocido a Moisés y Elías. Y ahora tienen una pregunta. La pregunta demuestra que aquellos estudiosos de la ley, que tanta oposición hacen a Jesús, sin embargo tienen para ellos autoridad. Y Jesús reconoce que los escribas han leído correctamente las Escrituras. El Antiguo Testamento termina con un anuncio de que Elías ha de regresar. Y regresó, en la persona de Juan Bautista. Así que, el escenario final se está desplegando. Pero antes del día glorioso de la victoria de Dios, queda una lucha. En esa lucha Juan Bautista fue muerto, Jesús va a ser asesinado. Y los discípulos de Jesús ganarán la batalla también entregando sus vidas (Apocalipsis 12:11).
     En el campo de batalla se encuentran los otros 9 discípulos, y no exactamente en postura de victoria. Aquel poder que recibieron de Jesús para expulsar demonios (Mateo 10:1) parece haber desaparecido. Se encuentran ante un demonio especialmente destructivo y resistente. Vemos la desesperación del pobre padre de hijo único, que sufre esos ataques demoledores. Y cuando llega Jesús y le dice que los resultados dependen de su fe, es como una jarra de agua fría. Pero el hombre insiste, con aquellas famosas palabras, Creo; ayúdame en mi incredulidad. Jesús gana. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. (1 Juan 3:8).
     Si los discípulos no pudieron expulsar ese demonio por falta de fe (Mateo 17:20), y ese género de demonio sólo sale con oración y ayuno, podemos llegar a la conclusión de que cuando oramos y cuando ayunamos nuestra fe aumenta. Otra lección importante para soldados de Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario