Al comienzo de esta narración Jesús y sus discípulos han regresado de su viaje al norte y están en casa en Capernaúm (Marcos 9:33). Jesús ha tomado un niño en brazos (Marcos 9:36 y Mateo 18:2) para enseñar sobre cómo ser grande, y parece que cuando habla de estos pequeñitos que creen en mí (Marcos 3:42), que todavía lo tiene en sus brazos. Y cuando llega al final de la parábola de la oveja perdida (Mateo 18:14), todavía está hablando de estos pequeñitos.
Un consejo que doy a las personas que están muy involucradas en el servicio del Señor (como nos corresponde a todos) es que en cada decisión que enfrentan, que tomen en cuenta sus hijos. Y no me refiero a lo material. Mi esposa y yo somos testigos de que los niños pueden crecer sanos y felices y llegar a contribuir al bien de la sociedad, sin tener todos los juguetes y caprichos que ven que tienen sus compañeros. Me refiero a su desarrollo como personas. Cada padre y madre pueden observar a sus hijos y si ven comienzos de rebeldía o de apatía, o confusión, además de hablar con ellos, determinar si les conviene otro ambiente. Yo sé que Dios da sabiduría a los padres. A veces incluso llegan a comprender que el mejor ambiente es donde pueden servir a Dios en medio de peligro. Otras veces, cuando el entorno tira demasiado, hay que retirarse a otro barrio.
Una de nuestras hijas con su marido e hijos han decidido vivir en un barrio de Chicago que algunos consideran peligroso. Allí mismo sirven al Señor en una iglesia que va creciendo y rescatando chicos de las pandillas, ofreciéndoles nueva vida. Como abuelo observo con orgullo que tienen unos hijos obedientes y serviciales, aunque con las luchas normales de la niñez.
Se ve que los niños
- Tienen capacidad de creer en Jesús (Mateo 18:6)
- Son ejemplo de humildad (Mateo 18:4)
- Pueden tropezar, sobre todo por el mal ejemplo de algunos adultos (Mateo 18:6)
- Están bajo el cuidado de ángeles, que tienen contacto directo con Dios (Mateo 18:10). Por eso no se les debe despreciar nunca.
- Pueden perderse (Mateo 18:11 y 14)
Y por lo tanto están bajo la responsabilidad de sus padres y de los que han podido crecer en la fe. Me acuerdo de llegar a mi casa en Fuenlabrada muchas veces, cruzando entre un montón de niños que jugaban en la plaza. Me hacía la pregunta ¿Dios ama a mis hijos más que a estos niños? Sentía y hoy día siento con más peso todavía una gran responsabilidad de ayudar a los niños a encontrar el camino, que es Jesús.
Hola. Un poco de "feedback" para que sepas que sí leo los blogs cuando está el "link" pegado al correo. "Los niños pueden crecer sanos y felices ... sin tener todos los juguetes y caprichos que ven que tienen sus compañeros" No sólo "pueden" ser más felices, sino que SERÁN más felices. Es una oportunidad de enseñarles a valorar cosas mucho más importantes ...actividades en familia, dar a los necesitados, etc. Carmen E
ResponderEliminarver : http://mastiempoconloshijos.blogspot.com
ResponderEliminarEl anónimo era Oscar ( es que no me salía como hacerlo)
ResponderEliminarMuy interesante el comentario de David y la PAg web que mencionaba es una secular muy interesante sobre la educacion de los hijos
(de mis apuntes)
ResponderEliminarJesús acaba de decir que el que se ve pequeño y sirve será grande. Ahora enaltece la infancia. Jesús valora a los niños y su fe. Lo peor que alguien puede hacer es bloquear la fe de un niño. Entonces puedo entender que de lo más valioso que puedo hacer es facilitar la fe en Cristo de un niño. ¡Señor, ayúdanos a abrir la puerta de tu reino a niños en La Vera! (Y que nos llevemos bien, Marcos 9:50.)