Saltemos al versículo 15, nos van a preguntar sobre la razón de nuestra esperanza. Vivimos de una manera calculada, no sólo para traer la máxima felicidad, sino también para despertar curiosidad. Algún vecino comentará, "Veo que los cristianos sois un pueblo alegre, y que tenéis una relación de matrimonio estable y feliz." Y cuando se aprovechan de vosotros, no os frustráis. Nos están indicando que les interesa saber más. Ésta es nuestra oportunidad para hacer lo que vimos en el capítulo 2, nuestro destino de anunciar las obras maravillosas de Dios. La gran cuestión aquí es si estamos preparados. Hubo un joven en Chicago, que cuando se convirtió a la fe cristiana, tenía tantas ganas de compartir lo que Dios había hecho por él, que se comprometió a buscar la oportunidad cada día de compartir el Evangelio con alguien. Muchas veces la gente le dejó perplejo con sus objeciones. Entonces volvía a casa y se ponía a estudiar y orar con el fin de estar mejor preparado la próxima vez. Conocemos a este joven ahora por ser el gran evangelista del siglo 19, D. L. Moody.
La esperanza que tenemos nos da amor por las personas que no conocen a nuestro Salvador y haríamos cualquier cosa por tenerlas como hermanos espirituales.
Pedro es muy práctico. Sabe que a veces convencemos mejor sin palabras. Por eso enseña en el v 1 cómo la mujer cristiana puede convencer a su marido inconverso. Vemos aquí que los cristianos necesitamos un valor especial para ser diferentes de la sociedad que nos rodea. En los tiempos de Pedro hubo grandes diferencias de clase. El mensaje del Evangelio es que no hay diferencia entre esclavos y libres (Colosenses 3:11), ni entre hombres y mujeres (Gálatas 3:28). En nuestro tiempo la sociedad enseña que nadie tiene que someterse a nadie. El mensaje del Evangelio es que Jesús es nuestro ejemplo, tanto en el amor que ha de tener el hombre por su esposa, como en el espíritu sumiso (Filipenses 2:7-8) que ha de practicar la mujer con su marido.
Las personas de esperanza comprendemos que el cumplir con nuestra función tendrá su premio eterno cuando regrese el Señor.
La práctica de esta forma de vida llevará a la hermosa descripción que tenemos en el v 8, vivir en armonía. En este breve capítulo encontrarás más cosas que contribuyen a formar una comunidad que los que nos rodean reconocerán como un gran ejemplo.
Deberes
conyugales
3:1-
Igualmente vosotras, mujeres, someteos a vuestros maridos; y así, si
alguno de ellos no cree en el mensaje, podrá ser convencido, sin necesidad de
palabras, por vuestro comportamiento, 2- al ver vuestra conducta pura y
respetuosa. 3- Que vuestro adorno no consista en cosas externas, como peinados
ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, 4- sino en lo íntimo del corazón,
en la belleza incorruptible de un espíritu suave y tranquilo. Esta belleza vale
mucho delante de Dios. 5- Ese era también, en tiempos antiguos, el
adorno de las mujeres santas: confiaban en Dios y se sometían a sus maridos. 6-
Así fue Sara, que obedeció a Abraham y lo llamó “mi señor”. Y
vosotras sois hijas de ella, si hacéis el bien y no tenéis miedo por nada.
7-
En cuanto a vosotros, los maridos, sed comprensivos con vuestras mujeres. Dadles
el honor que les corresponde, no solamente porque la mujer es más delicada,
sino también porque Dios, en su bondad, les ha prometido la misma vida que a
vosotros. Hacedlo así para que nada estorbe vuestras oraciones.
Deberes de
todos los cristianos
8-
En fin, vivid todos en armonía, unidos en un mismo sentir y amándoos como
hermanos. Sed bondadosos y humildes. 9- No devolváis mal por mal ni insulto por
insulto. Al contrario, devolved bendición, pues Dios os ha llamado a recibir
bendición. 10- Porque:
“Quien quiera amar la vida y pasar días felices, cuide su lengua de hablar mal y sus labios de decir mentiras; 11- aléjese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala. 12- Porque el Señor cuida a los justos y presta oído a sus oraciones, pero está en contra de los malhechores.”
13-
¿Quién podrá haceros daño, si vosotros os empeñáis siempre en hacer el bien? 14-
Pero incluso si por actuar con rectitud habéis de sufrir, ¡dichosos vosotros!
No tengáis miedo a nadie ni os asustéis, 15- sino honrad a
Cristo, como Señor, en vuestros corazones. Estad siempre preparados
para responder a cualquiera que os pida razón de la esperanza que tenéis, 16- pero
hacedlo con humildad y respeto. Portaos
de tal modo que tengáis tranquila la conciencia, para que quienes hablan mal de
vuestra buena conducta como creyentes en Cristo, se avergüencen de sus propias
palabras. 17- Es mejor sufrir por hacer el bien, si así lo quiere Dios, que por
hacer el mal.
18-
Porque Cristo mismo sufrió la muerte por nuestros pecados, una vez para
siempre. Él era inocente, pero sufrió por los malos, para llevaros a
Dios. Como ser humano murió, pero como ser espiritual volvió a la
vida. 19- Entonces como ser espiritual fue y predicó a los espíritus que
estaban presos. 20- Estos habían sido desobedientes en tiempos
antiguos, en los días de Noé, cuando Dios esperaba con paciencia
mientras se construía el arca, en la que algunas personas, ocho en total,
fueron salvadas por medio del agua.
21-
Aquella agua era representación del agua del bautismo que ahora os salva (un
bautismo que no consiste en limpiar el cuerpo, sino en pedirle a Dios una
conciencia limpia); y os salva por la resurrección de Jesucristo,
22- que subió al cielo y está a la derecha de Dios, y a quien
han quedado sujetos los ángeles y demás seres espirituales que
tienen autoridad y poder.
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