Pedro ya ha sido avisado que va a morir pronto. No lo han dicho las autoridades romanas, sino el Señor mismo (v 14), dándole más detalles sobre lo que ya le habló (Juan 21:19). Y pensando en esto, escribe esta carta a las mismas iglesias que recibieron la primera.
Si no conoces bien esta segunda epístola de Pedro, este video de 10 minutos te preparará para comprender mejor su enseñanza. Hay que escuchar y observar con mucha atención porque cubre el terreno muy deprisa.
Está pensando, no sólo en el final de su propia vida, sino en el día cuando el Señor vendrá para enderezarlo todo. La enseñanza que dio en la primera carta (v 16) tiene que ver con el regreso del Señor. Está pensando en cómo los creyentes pueden aprovechar mejor el tiempo. Desde hoy hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbraros el corazón (v 16) hay que aprovechar el tiempo.
La escalera del crecimiento (vss 5 a 8) asegura que tengamos una vida útil y totalmente feliz. Nunca hay que dejar de crecer. Pedro reconoce (v 9) la tendencia de la gente de su tiempo (y también de los europeos del siglo 21) de olvidar. Y su misión mientras está en el cuerpo (13) es repasar las cosas que quizá hayamos olvidado. Su objetivo es que vivamos de modo que se nos abra de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Pedro tuvo el privilegio de estar presente (v 17) con Juan y Santiago cuando Dios les habló directamente pero lo que enfatiza para nosotros es la necesidad, no de experiencias así, sino de La Palabra de Dios escrita. Y es precisamente con ese principio en mente que hacemos esta lectura de la Palabra de Dios cada día.
Saludo
1:1-
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que
habéis llegado a tener una fe tan preciosa como la nuestra, porque
nuestro Dios y Salvador Jesucristo es justo. 2- Recibid abundancia de gracia y
de paz mediante el conocimiento que tenéis de Dios y de Jesús,
nuestro Señor.
Promesas de
Dios y respuesta del creyente
3-
Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos para la vida y la
devoción, al hacernos conocer a aquel que nos llamó por su propia grandeza y
sus obras maravillosas. 4- Por medio de ellas nos ha dado sus promesas, que son
muy grandes y de mucho valor, y por las cuales llegaréis a tener parte en la
naturaleza de Dios y escaparéis de la corrupción que los malos
deseos han traído al mundo.
5-
Por eso debéis esforzaros por añadir a vuestra fe la buena conducta; a la buena
conducta, el conocimiento; 6- al conocimiento, el dominio propio; al dominio
propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción; 7- a la devoción, el afecto
fraternal; y al afecto fraternal, el amor. 8- Si poseéis estas
cualidades y las desarrolláis, ni vuestra vida será inútil ni habréis conocido
en vano a nuestro Señor Jesucristo.
9-
Pero el que no las posee es como un ciego o corto de vista; ha olvidado que fue
limpiado de sus pecados anteriores. 10- Por tanto, hermanos, ya que Dios os ha
llamado y escogido, procurad que esto arraigue en vosotros, pues haciéndolo así
nunca caeréis. 11- De ese modo se os abrirán de par en par las puertas del
reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Autoridad de
las enseñanzas
12-
Por lo cual os seguiré recordando siempre estas cosas, aun cuando ya las sabéis
y permanecéis firmes en la verdad que os han enseñado. 13- Mientras viva, creo
que estoy en el deber de llamaros la atención con mis consejos. 14- Nuestro
Señor Jesucristo me ha hecho saber que pronto habré de dejar la vida presente,
15- pero haré cuanto me sea posible para que también después de mi muerte
recordéis todo esto.
Los que vieron
la grandeza de Cristo
16-
La enseñanza que os dimos acerca del poder y el regreso de nuestro Señor
Jesucristo no consistía en fábulas ingeniosas, puesto que con nuestros propios
ojos vimos al Señor en su grandeza. 17- Lo vimos cuando Dios Padre le dio honor
y gloria, cuando la voz de Dios le habló de aquella gloriosa manera: “Este es
mi Hijo amado, a quien he elegido.” 18- Nosotros mismos oímos
aquella voz que venía del cielo, pues estábamos con el Señor en el monte
sagrado.
19-
Esto hace más seguro el mensaje de los profetas, el cual con toda razón tenéis
en cuenta. Ese mensaje es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta
que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbraros el
corazón. 20- Pero ante todo tened presente que ninguna profecía de la Escritura
puede interpretarse según el personal parecer de cada cual, 21- porque
los profetas nunca hablaron por su propia voluntad. Al contrario, eran hombres
que hablaban de parte de Dios, movidos por el Espíritu Santo.
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