domingo, 17 de junio de 2012

Todo tiene su recompensa


17 Vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Y clamaban a gran voz, diciendo:  La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero

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Antes de que Juan ve la gran multitud internacional imposible de contar, hay otro grupo que sí tiene número. Son los 144 mil de judíos, divididos entre las 12 tribus. Reciben un sello en la frente, como protección. Más adelante, se ven también a 144 mil con el nombre del Cordero y del Padre en su frente. Son primicias para Dios (14:4). Sabemos que los primeros en recibir el evangelio fueron los judíos (Romanos 1:16). El ministerio de Jesús se realizó entre el pueblo judío (Mateo 15:24) y las 120 personas que formaron la primera iglesia el día de Pentecostés eran judíos, de diferentes tribus. Bernabé era de la tribu de Leví y Pablo que se convirtió luego era de Benjamín.

Me resulta difícil explicar qué es la gran tribulación (Apoc 7:14), pero sabemos que de ella sale la gran multitud que nadie puede contar, de toda nación, tribu, lengua y pueblo (v 9). Y sabemos que Jesús garantizó, En el mundo tenéis tribulación (Juan 16:33). Lo que haya tenido que sufrir esta multitud, de lágrimas, de sufrimiento, de exclusión por parte del mundo, pienso que en este momento ellos están de acuerdo en que mereció la pena. Va a ser el Cordero (Apoc 7:17) quien les pastoree. Será Dios quien les quita todas sus lágrimas. Si para algo sirve el Apocalipsis, es para que veamos que el sufrimiento tiene su recompensa.

¿Para qué sirve la sangre del Cordero (v 14)?

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