Bienaventurados
los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor
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14
Cuando Juan dice, miré, es para introducir una
nueva escena. En este capítulo es para darnos dos visiones. En la primera (v 1)
seguimos viendo al Cordero, acompañado de un coro de 144,000 hombres, una
cosecha de primicias para Dios. La segunda, en el v 14, también trata de una
cosecha, pero esta vez una vendimia para el lagar del furor de Dios (v 19).
Entre estos dos grupos hay una diferencia de lealtades. Los
primeros siguen al Cordero por donde él vaya. (Recordemos que el logro
principal del Cordero es que fue su muerte en sacrificio por nuestra redención)
Llevan el nombre del Cordero y de su Padre en la frente. Son incondicionales
del Cordero. Si esto es una descripción de las primicias (v 4), lo será
también de todos los que venimos después. Entiendo su condición de no
contaminados como algo simbólico igual que el término Cordero tiene
su simbolismo. La contaminación es traída por la gran ramera del c 17. Los del
segundo grupo llevan la marca de la bestia en la frente. Han sellado así su
lealtad hacia el enemigo de Dios.
Se introduce aquí el término Babilonia (Babel), que fue el
primer imperio que se levantó contra Dios (Génesis 10:10) y la cabeza de los
imperios en las visiones que explica el profeta Daniel. Es el intento humano de
excluir a Dios. En un libro centrado en el número siete (7 iglesias, 7
estrellas, etc.), el número perfecto de Dios, es interesante que el número
humano (13:18) es una trinidad de seises.
Volvemos a ver aquí el uso del arma especial que tienen los
seguidores de Jesús. Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor
(v 13). Se va completando el número necesario para que el plan de Dios se
acabe. Hay que perseverar (v 11).
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