jueves, 16 de febrero de 2012

UN EVANGELIO SIN COMPLICACIONES


Hechos 16

    Hechos 16 contiene uno de los textos más citados del Nuevo Testamento, Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa (v 31). Un requisito y una promesa. Así es el evangelio. Este mensaje fue suficiente para que un hombre hasta ese día ignorante del mensaje de Cristo, pudiera con toda su familia ser incluido en la iglesia sin demora. Y fue suficiente también para que el imperio que representaba ese hombre fuera cediendo ante el poder arrollador de un pueblo sencillo. 
    El requisito es creer. Esto lo pudo hacer el hombre sin cursar más estudios, ni viajar a ningún sitio, ni ser aprobado por ningún comité. La promesaserás salvo. Esto incluía todo lo que él entendía por salvación y probablemente muchas cosas que todavía no entendía. ¡Una salvación tan grande (Hebreos 2:3)! Pasará el resto de su vida llegando a entender y aprovechar esa salvación. Pero es suya desde ese inicial “Yo creo”.
    Me llama la atención el contraste con los que querían “ayudar” (15:1) diciendo no podéis ser salvos. Pablo dice, serás salvo. Pablo no complica el evangelio. Eso fue el propósito de su viaje a Jerusalén en el capítulo anterior, aclarar de una vez para siempre que llegamos a ser hijos de Dios recibiendo por fe lo que Dios ofrece. Y éste es el mensaje que ofrece a un carcelero romano y a una comerciante judía (v 14). El Señor abrió su corazón y ella recibió lo que Pablo ofrecía.
    Así fueron los primeros cristianos de Europa, que ahora a veces complicamos tanto las cosas. ¿Te imaginas a la familia del carcelero reuniéndose con Lidia de aquí en adelante para adorar a Dios juntos y participar del pan y el vino? ¿Sin complicaciones? Por la carta que Pablo les escribió luego, parece que fue así (Filipenses 1:1-6) porque les considera una iglesia modelo.
¿A qué se debe nuestra tendencia a hacer complejas las cosas que Dios hace sencillas?

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