miércoles, 15 de febrero de 2012

CONCILIOS


Hechos 15

    En Hechos 15 se ve una iglesia internacional. Desde Jerusalén los apóstoles envían instrucciones claras y vinculantes a todas las congregaciones establecidas hasta la fecha. Algunos ven esto como precursor de otros concilios históricos, como los de Nicea, Éfeso, Trento y el Vaticano. Pero hay una diferencia. Éste es el único concilio que cuenta con los apóstoles originales.
    Es importante entender la situación que se trata aquí. Personas no autorizadas (v 24) querían “ayudar” a la nueva iglesia (v 1), “completando” la fe sencilla de los creyentes no-judíos, en contra de Bernabé, que representa a los apóstoles (11:22). La solución la da Pedro en pocas palabras (15:7-10). De haberle hecho caso, se habrían evitado grandes problemas posteriores, como sucedieron con las iglesias de Galacia, que luego cayeron en el mismo error de pensar que había que añadir algo a lo que hizo Cristo por nosotros.
    Pero no solamente habla Pedro. Es importante que todos sean escuchados. Hablan Pablo y Bernabé, y Jacobo. Hay mucho debate (v 7). Pero entre las personas responsables hay acuerdo total, Pedro dice, no pongamos yugo (v 10). Jacobo dice, no molestemos (19). La visión de Jacobo es impresionante (16-21). Dios ha levantado el tabernáculo de David, es decir, un renovado culto entre el pueblo judío bajo la dirección del Hijo de David, para que el resto de los hombres busque al Señor. Este resto tiene ahora la responsabilidad de no cerrar la puerta a los judíos de las sinagogas (v 21), mediante un comportamiento escandaloso.
    Podríamos ver la separación entre Pablo y Bernabé como una tragedia pero no es así. Pablo ya se ha "graduado" para tener ahora sus propios ayudantes, empezando con Silas y luego un joven clave que veremos en el siguiente capítulo. Bernabé trabajará con Marcos hasta verlo convertido en auténtico evangelista. Por sus frutos vemos que tanto Bernabé como Pablo tenían la dirección del Señor, aunque al principio pensaran que tenían que seguir juntos.
¿Me conformo con un evangelio sencillo sin añadiduras?

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