lunes, 20 de febrero de 2012

HABLAR DE FORMA BENEFICIOSA


Hechos 20

    Cuando un predicador se alarga mucho y la gente bosteza, a veces le comparamos con Pablo en la historia de Eutico (Hechos 20:9). Todos hemos conocido a personas que hablan tanto que acaban alejando a sus amigos. ¿Hay momentos cuando se debe hablar mucho? Pablo piensa que sí. Es un hombre que exhorta (v 1) y exhorta mucho (v 2). Prolonga su discurso (v 7). Continua hablando (v 9), aunque la gente duerma. Luego conversa largamente hasta el amanecer (v 11). Convoca a los ancianos (17) para hablarles. Les recuerda (20) que les ha enseñado públicamente y de casa en casaNoche y día (31) ha amonestado a cada uno con lágrimas. ¿Y cómo reaccionan? No se alejan, sino que lloran desconsoladamente y le besan y abrazan afligidos por la perspectiva de no volverle a ver (v 37).
    ¿Por qué un hombre que habla tanto no acaba perdiendo amistades? En primer lugar porque no habla de si mismo. Muchas personas que acaparan la conversación están diciendo yo, yo, yo. En segundo lugar, no habla para lucir su conocimiento, sino para ayudar. Se puede notar fácilmente que Pablo quiere aprovechar el tiempo al máximo. Exhorta, es decir, estimula a tomar decisiones y realizar acciones que serán de beneficio. Amonesta, llama la atención a la dejadez y a la desobediencia. Los únicos que se cansan de escucharle son los que no quieren hacer caso, o, como Eutico, necesitan dormir.
¿Por qué no nos exhortamos los unos a los otros?

  • No sabemos qué decir
  • Pensamos que no nos harán caso (basado en la experiencia)
  • No queremos ser el “malo” que critica a los demás
  • No tenemos tiempo
  • No amamos lo suficiente a los demás

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