LECTURA CRONOLÓGICA 31 DE LOS EVANGELIOS
El fariseo y la pecadora - Lucas 7:36-50
Denuncias y Descanso - Mateo 11:20-30
Encontramos en Capernaúm una gran riqueza de tipos humanos. Jesús se establece allí con Pedro. Hay una casa que a través de los siglos se ha identificado como casa de Pedro. Es posible que Pedro se casara con una mujer de allí (su pueblo de origen era Betsaida - Juan 1:44), aprovechando las ventajas de la pesca comercial. Sabemos que su suegra vivía con él. Allí estaba el centurión que había edificado la sinagoga. Y fariseos. La invitación de comer en casa de uno de ellos posiblemente sea en Capernaúm también. Llega una mujer pecadora derramando perfume y lágrimas sobre el Maestro.
Ella ha venido a Jesús cruzando la barrera de las severas miradas de la "gente buena". Ella ha encontrado en Jesús sólo misericordia y perdón. Yo pido a Dios que mis vecinos encuentren en mí esa actitud de no juzgar, sino de ofrecer perdón. También pido a Dios que me enseñe hasta qué punto me ha perdonado, para que no sea de los que aman poco porque son tan buenos que no necesitan mucho perdón.
Venir a Jesús es abrirse a recibir perdón, es encontrar nueva vida (Juan 1:12). Es tomar el yugo que produce descanso (Mateo 11:29). Los fariseos no encuentran descanso porque están continuamente manteniendo su careta de personas justas. Los avaros (Lucas 16:14) no encuentran descanso porque están preocupados por su futuro material. El yugo de Jesús nos vincula con la fuente de toda provisión. Empezamos a labrar el campo de Dios, a vivir esa vida de milagros, a ser tan diferentes de los demás, tan atractivos, que otras personas cargadas y trabajadas querrán venir a Jesús.
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