LECTURA CRONOLÓGICA 30 DE LOS EVANGELIOS
Lectura Mateo 11:2-19; Lucas 7:11-35
¿Por qué Juan Bautista cuestiona la misión de Jesús? ¿Eres tú el que ha de venir, o esperaremos a otro? Buenos motivos tiene. Juan había anunciado que el hacha estaba puesta (Mateo 3:10) para quitar todo árbol que no daba buen fruto. Sin embargo los saduceos y fariseos que él denunció por sus malos frutos siguen en sus puestos. Y Juan mismo, en vez de reunirse con Jesús en la toma de Jerusalén como un rey David, está en la cárcel.
Como los profetas antiguos (1 Pedro 1:10-12), a Juan le cuesta entender el mensaje que Dios le ha dado. El hombre en quien él ha puesto toda su esperanza, y sobre el que vio caer el Espíritu Santo, no parece muy decidido a asumir su responsabilidad. Jesús va por ahí haciendo curaciones y enseñando, pero ¿no falta algo? Es normal que Juan espere algo grande e impresionante. Lo mismo les pasó luego a los discípulos de Jesús cuando preguntaron ¿Ahora vas a poner tu trono en Jerusalén? (Hechos 1:6)
No, Juan, no hay que esperar a otro. Él que venía vino. Y si Dios no te lo ha revelado todo, tu misión se ha cumplido con éxito. El secreto del misterio se encuentra en tus mismas palabras cuando hablaste del Cordero. Jesús sí es el rey conquistador. Pero Dios ya no obra con armas carnales. Va a conquistar mediante un sacrificio. El Cordero ha de ser inmolado. Y tú mismo, como precursor, también vas a dar tu vida por la causa. No hay que entenderlo todo. Hay que creer. Y hay que regocijarse. Regocíjate, Juan, allí detrás de las rejas, porque por donde va Jesús la gente va siendo librada de sus penas. La primavera llegó. La cosecha está a la vuelta de la esquina.
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