jueves, 29 de octubre de 2020

¿Conoces algún centurión?


LECTURA CRONOLÓGICA 29 DE LOS EVANGELIOS

 
    Este centurión fue el que construyó la sinagoga de Capernaúm (Lucas 7:5); de modo que que el lugar donde Jesús hacía gran parte de su enseñanza (por ejemplo, en Juan 6:59) tuviese su origen en un donativo de un militar extranjero de las fuerzas romanas de opresión. Sabemos que Dios toma en cuenta la generosidad de los centuriones (Hechos 10:4) y también de los que no lo son. 

     Hoy en la mesa podríais comentar cuántos aspectos de este hombre se conforman al Sermón del Monte, por ejemplo, su humildad. Siendo pobre en espíritu, tiene derecho al reino de los cielos, lo cual experimenta cuando Jesús utiliza su mando a distancia para ejecutar una espectacular sanidad. Tal vez conozcas a alguien que en su ignorancia busca a Dios en la forma que mejor entiende. ¿Es posible que cuando esa persona llegue a un contacto con Cristo, él diga, No he visto tanta fe, ni siquiera entre los Evangélicos?
 
    ¿Te has fijado en la problemática de confrontar los dos textos? Mateo dice que se le acercó a Jesús un centurión. Lucas dice que envió unos ancianos de los judíos. Algunos utilizan estos detalles para criticar la Biblia. Según un escritor es otro aspecto de la leyenda urbana de Jesús. Creo que algunos cristianos dicen que se trata de 2 ocasiones diferentes. Personalmente pienso que el lenguaje admite que el centurión romano se acercase a Jesús mediante sus amigos judíos. Lo mismo que cuando leemos que Moisés construyó el tabernáculo (mediante Bezaleel) o que Salomón hizo el templo. Podemos practicar lo que Jesús contestó cuando Juan Bautista no entendía ciertas cosas, Bienaventurado el que no se escandalice de mí. Es decir, que algo que produce dificultad en nuestra comprensión no anule la fuerza del testimonio de todo el Nuevo Testamento. Tengamos una fe grande como este centurión.

  ¿Has sentido cierto reto personal al leer no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe? ¿Quisieras ser esa persona? Es un proceso sencillo: escuchar lo que dice Jesús, confiar en sus palabras, y actuar en consecuencia de ellas, aunque los demás no hayan actuado así.

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