Estos tres capítulos (Jueces 19-21) comienzan y terminan con la misma frase, "No hubo rey en Israel". Y al final la frase, "de modo que cada cual hacía lo que mejor le parecía," como si este desorden total se debiera a la carencia de un monarca.
Esto me hace pensar en el propósito de la ley que Dios había dado, y al que no hacían caso. Gálatas 3:24 De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo. Dios sabía que por muy buena que fuera la ley, el ser humano es resistente a la obediencia. Con rey o sin rey, la única cura para nuestra rebeldía natural es el que vino a ser rey de corazones, el Mesías que sufrió también la violencia de la raza a la que vino a salvar.
Estas trágicas historias, como historias recientes, por ejemplo, el "holocausto", nos recuerdan que esta raza necesita un Salvador.
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