Vitaminas (Lectura mínima): Hebreos 13:8-16
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Un personaje que se celebra aquí en La Vera es el emperador Carlos. Se hacen contrastes entre su visión de la unificación de Europa y la que se está consiguiendo en este siglo. Carlos se fijó la meta de un continente unido bajo la bandera cristiana (el Sacro Imperio Romano) tal y cómo él la concebía, pero no como lo enseña el Evangelio.
Porque no tenemos aquí ciudad permanente (Hebreos 13:14)
El imperio de Carlos se basaba en ejércitos, oro y poder humano. Y sin embargo aquellos hombres de poder se consideraban cristianos.
Cristo, en vez de derramar sangre ajena, ofreció la suya. El dijo que si quisiera, podía convocar un ejército de ángeles para su defensa, pero no quiso. Y la exhortación que leemos en nuestro texto de hoy es, “Salgamos a él fuera del campamento, llevando su oprobio”.
Es un gran error pensar que los tiempos han cambiado y que ahora no hay que vivir como vivió Cristo. Si aquí no hay nada permanente, ¿por qué centrar nuestra atención en las cosas materiales? Eso no es adelantar, es perder.
¿Hasta qué punto tengo mis tesoros en la tierra?
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