Vitaminas (Lectura mínima) Gálatas
3:1-5
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Existe una fuerte tendencia humana a querer demostrar que
somos importantes, que hemos llegado, que no somos como los demás. Antiguamente
era signo de haber llegado el que alguien pudiese ostentar el título de
“hidalgo” (hijo de algo). Es a estos instintos que apelan los falsos maestros
llegados a la iglesia de Galacia. Están enseñando que los que han aceptado el
evangelio pueden ser no solamente cristianos, sin cristianos de elite si
reciben esta nueva enseñanza.
Y como tontos, caen. La palabra “tonto” no es mía. Pablo les
llama insensatos, que viene a ser lo mismo. Es como alguien que acaba de
aprender a comer patatas y le dicen, Las patatas vienen de la tierra, así que
será mejor aún comer tierra. Antes pensaban que la única forma de agradar a
Dios era cargando con la ley. Ahora que han sido redimidos por la sangre de
Cristo están tragando la idea de que lo que hizo Cristo no es suficiente. Tanto
peligro representa esta mentalidad que Pablo les recuerda que el estar sujetos
a las obras de la ley es causa de maldición.
Lo hermoso de nuestra salvación es que todos ahora somos de
la nobleza del más alto rango. “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay hombre ni mujer” (v 28).
¿He dado gracias a Dios hoy porque mi salvación depende de
lo que hizo Cristo, no de lo que hago yo?
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