Hechos 28
Cuando Jesús tuvo que luchar sólo en oración porque los discípulos dormían, vino un ángel y le fortaleció (Lucas 22:43). Pablo en momentos de extrema angustia recibía también toques directos del Señor. Pero muchas veces nos corresponde a nosotros animarnos los unos a los otros. Y esto no se hace siempre diciendo, “Animo, hermano”, sino por la forma en que nos tratamos los unos a los otros. A veces podemos servir de ánimo simplemente estando allí.
Cuando los hermanos tuvieron noticia de nuestra llegada, vinieron ... a recibirnos ..; y cuando Pablo los vio, dio gracias a Dios y cobró ánimo (v 15). Después de años de persecución y cárcel y el reciente naufragio, lo que necesita el apóstol es calor humano. Aquí sucede en dos etapas. Primero, en el puerto, disfruta de la hospitalidad de los hermanos durante 7 días. Luego sigue a Roma, y nada mas saber que ha llegado Pablo, salen los creyentes a su encuentro. Veterano de tantas luchas, lo que necesita ahora es que se le devuelva un poco de ese amor que ha repartido por tantos lugares. Hará unos 4 años que escribió a estos mismos romanos, Deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis fortalecidos; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí (Romanos 1). Resulta que el primero que necesita ese consuelo es el apóstol. No esperes a que te animen. Tal vez la persona que menos piensas, está necesitando que le animes hoy. Y como Pablo, se levantará y continuará su ministerio.
¿Cómo puedo usar mis dones para animar?
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