¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a El la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino
La corrupción de la tierra con inmoralidad (19:2) puede verse cada vez que se mezclan religión y gobierno (La mujer montada sobre la bestia). Y me parece que el daño es mayor cuando se trata de la fe cristiana. Porque si un gobierno es movido por principios paganos, las líneas de batalla quedan obvias. Cuando Roma era pagana, la iglesia prosperaba en medio de la persecución de forma incomprensible para los historiadores. Pero cuando se trata de usar la autoridad del estado para establecer la iglesia, como en el caso del emperador Constantino, se inicia un proceso cuyo final siempre será el debilitamiento de la iglesia. Como primer paso en este proceso, empezamos a depender de la autoridad para cosas que Dios ya nos prometió. Cada vez se necesita menos a Dios y más el poder humano, y somos seducidos. Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios (Hechos 14:22).
La victoria de Dios lleva a un desenlace que parece de cuenta de hadas: después de todas las batallas, una boda real. En este capítulo viene el anuncio, y luego (c 21) la continuación. Ante esta perspectiva tiene que surgir en el corazón de todo creyente un anhelo indescriptible. Estaremos con nuestro Amado. Todo el sufrimiento habrá merecido la pena.
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