martes, 11 de febrero de 2020

Pedro y Pablo (Hechos 11)


¿Alguna vez has regresado a los tuyos con la euforia de haber hecho una cosa bien, y tu gozo en el pozo cuando a la primera te encuentras con reproches? No aprecian lo grande de lo que has hecho y te critican. No sé si el temperamento de Pedro le producía un bajón a encontrarse en parecida situación pero su forma de responder es un ejemplo para todos nosotros.

Sus colegas en Jerusalén sólo entienden que Pedro ha quebrantado la regla de jamás codearse con gentiles. ¡Claro, ellos no han visto la lona con las culebras (del capítulo 10)! Pedro hace una cosa sabia que produce el resultado correcto. El v 4 es digno de recordar cuando nos acorralan con acusaciones no justificadas - Pedro les contó desde el principio lo que había sucedido. Se aclara el malentendido y al final (v 18) se restaura la unidad e incluso se gana terreno. Cuando los hermanos de Jerusalén oyeron estas cosas, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: –¡De manera que también a los que no son judíos les ha dado Dios la oportunidad de volverse a él y alcanzar la vida eterna!

Cuenta las cosas desde el principio con detalle, y las personas inteligentes y bien dispuestas comprenderán tu punto de vista.

Este capítulo también vuelve a la historia de Pablo, que ocupará la mayor parte del resto del libro. Pedro reaparece en Hechos 15, dando su firme apoyo a la manera en que Pablo presenta el Evangelio a los gentiles, apelando al relato que tenemos aquí, del militar romano Cornelio.


Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén

11:1- Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea recibieron noticias de que también los no judíos habían aceptado el mensaje de Dios. 2- Pero cuando Pedro volvió a Jerusalén, algunos creyentes procedentes del judaísmo le reprocharon 3- diciendo: "¿Por qué fuiste a visitar a los que no son judíos y a comer con ellos?" 

4- Pedro les contó desde el principio lo que había sucedido. Les dijo: 5- "Estaba yo en la ciudad de Jope, y mientras oraba tuve una visión. Vi algo semejante a un gran lienzo atado por sus cuatro puntas que bajaba del cielo hasta donde yo me encontraba. 6- Miré atentamente lo que había dentro, y vi cuadrúpedos y fieras, reptiles y aves. 7- Y oí una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro; mata y come.’ 8- Contesté: ‘No, Señor, porque nunca ha entrado en mi boca nada profano ni impuro.’ 9- Entonces la voz del cielo me habló de nuevo diciendo: ‘Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.’ 10- Esto sucedió tres veces y luego todo volvió a subir al cielo." 

11- "En aquel momento, tres hombres enviados desde Cesarea a buscarme llegaron a la casa donde estábamos. 12- El Espíritu me mandó que, sin dudarlo, fuera con ellos. Y también fueron conmigo estos seis hermanos. Todos entramos en casa de cierto hombre 13- que nos contó cómo en su casa había visto a un ángel que, puesto en pie, le había dicho: ‘Manda a alguien a la ciudad de Jope para hacer venir a Simón, a quien también se conoce como Pedro. 14- Él te dirá cómo puedes salvarte tú y toda tu familia.’ 

15- "Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo vino sobre ellos, de igual manera que al principio había venido sobre nosotros. 16- Entonces me acordé de lo que había dicho el Señor: “Es cierto que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.” 17- Pues bien, si Dios les da también a ellos el mismo don que nos ha dado a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para oponerme a Dios?"

18- Cuando los hermanos de Jerusalén oyeron estas cosas, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: "¡De manera que también a los que no son judíos les ha dado Dios la oportunidad de volverse a él y alcanzar la vida eterna!"

La iglesia de Antioquía

19- Después de la muerte de Esteban comenzaron a ser perseguidos los creyentes, por lo que algunos tuvieron que huir a Fenicia, Chipre o Antioquía. Allí anunciaron a los judíos el mensaje del evangelio, pero no a los demás. 20- Sin embargo, algunos creyentes de Chipre y de Cirene llegaron a la ciudad de Antioquía y hablaron también a los no judíos, anunciándoles la buena noticia acerca de Jesús, el Señor. 21- El poder del Señor estaba con ellos, y muchos, dejando sus antiguas creencias, creyeron en el Señor. 

22- Cuando los de la iglesia de Jerusalén conocieron esta noticia, mandaron a Bernabé a Antioquía. 23- Al llegar, Bernabé vio cómo Dios los había bendecido, y se alegró mucho. Animó a todos a que con corazón firme siguieran fieles al Señor. 24- Porque Bernabé era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Y así mucha gente se unió al Señor. 

25- Después de esto, Bernabé fue a Tarso en busca de Saulo, 26- y cuando lo encontró lo llevó a Antioquía. Allí estuvieron con la iglesia un año entero, enseñando a mucha gente; y allí, en Antioquía, fue donde por primera vez se dio a los discípulos el nombre de cristianos. 

27- Por aquel tiempo, unos profetas fueron de Jerusalén a Antioquía. 28- Uno de ellos llamado Agabo, puesto en pie, anunció por inspiración del Espíritu que iba a haber una gran hambre en todo el país, la cual, en efecto, sobrevino en tiempos del emperador Claudio. 29- Entonces los creyentes de Antioquía decidieron enviar alguna ayuda a los hermanos que vivían en Judea, según lo que cada uno pudiera dar. 30- Así lo hicieron, y por medio de Bernabé y Saulo mandaron una ofrenda a los ancianos de Judea.

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