sábado, 2 de enero de 2010

¡Quién diría!

Lectura cronológica 94 en los evangelios

Mateo 26:1-13; Mar 14:1-9; Lucas 22:1-2; Juan 12:2-8

     En el relato de Mateo escuchamos a Jesús decir en qué manera le van a matar. A continuación vemos a los jefes de los judíos reunidos para cumplir lo que él está diciendo. ¡Quién hubiese pensado que el hombre perseguido, el aparente víctima del complot del Sanedrín es quien realmente corta el bacalao!
     Cuando repasamos el mensaje de Jesús, vemos que él ya aclaró este punto. Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre, Juan 10:17-18. Jesús gana mediante el sacrificio. Lo mismo consiguen los maridos que se sacrifican por sus esposas y las mujeres que se someten a sus maridos y todos los que aceptan una posición de servir a los demás. Jesús venció por medio de la cruz, rechazando la opción de la prepotencia.

     ¡Quién diría que la ofrenda de una mujer enamorada de Jesús provocaría un anuncio de la evangelización del mundo. Así es el caso de María cuando rompe su tesoro y derrama su costoso perfume sobre los pies de Jesús. Dondequiera que el evangelio se predique en el mundo entero, también se hablará de lo que ésta ha hecho, para memoria suya (Marcos 14). La fragancia de ese perfume sigue penetrando los ambientes sofocantes en los rincones más apartados.
     ¡Las cosas no son lo que parecen!


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