Lectura cronológica 90 en los evangelios
Mateo 24:1-8; Mar 12:41-13:8; Lucas 21:1-11
No había edificio más emblemático en Israel que el templo. Cuando fue destruido siglos atrás, lo más urgente al regresar el pueblo expulsado era la reparación de la muralla y la restauración del templo. En tiempos de Jesús hubo un templo impresionante, recién construido por Herodes. No sé si algunos de los discípulos cuando comentan estas maravillas (Marcos 13:1) siguen pensando que pronto aparecerá el Reino de Dios (Lucas 19:11). Hace poco Jesús hizo una limpieza del templo (Marcos 11:15). Quizá estén imaginando su reinado desde allí con poder y gloria. Pero el templo de mármol y oro no les va a servir a los que rechazan el que tiene derecho a reinar allí. Jesús les advierte que en pocos años será destruido.
El templo funciona a 2 niveles: lo visible y lo invisible. Nunca mejor dicha la frase, No están todos los que son y no son todos los que están. En la casa de Dios también se encuentran hijos del diablo. Los ricos, a la vista de todos, ofrendan para impresionar. Jesús no se impresiona. La pobre viuda siente vergüenza por ofrendar tan poco. Jesús la eleva a donante del año por su sinceridad.
Jesús habla del fin. No sólo el templo, sino el mundo conocido ha de pasar por un gran tumulto. Nos da una advertencia que muchos cristianos no quieren practicar. ¡No os alarméis! Pero se oyen voces de alarma cada vez que hay disturbios en alguna parte del mundo. ¿Cómo nos vamos a alarmar si Dios está realizando su plan a la perfección?
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