Santiago y Juan
piensan que merece la pena seguir a Jesús. Están convencidos de que él va a ser
el gran rey que espera Israel. Al que a buen árbol se arrima, buena
sombra le caerá. Naturalmente quieren aprovechar el hecho de formar parte
del círculo de los más allegados. Para mayor efecto recurren también a su
madre. Los tres se acercan, se inclinan delante de Jesús y expresan su
petición. “Queremos ocupar los lugares de preferencia, uno a cada lado
de Jesús en su reino.”
Es normal. ¿Quién
no aspira a un ascenso? Lo que no es normal es lo que Jesús les recomienda. “El
que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y
el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo”.
Nadie que está al
principio de la cola quiere ponerse al final. Pero es la fórmula que nos ofrece
Jesús para ser los primeros. La cualidad que Jesús busca en sus discípulos es
que sean como niños (Mt 11:25)
¿Por qué se enfadan los demás apóstoles con Santiago y Juan? Porque tienen la misma actitud, quieren ser los primeros. ¿Qué pasa hoy entre cristianos, que tiene que cambiar? Queremos ser como los grandes del mundo que se enseñorean (Mt 20:25). El camino de Jesús no es así.
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