En los días de la voz del séptimo ángel, cuando esté para tocar la trompeta, entonces el misterio de Dios será consumado, como El lo anunció a sus siervos los profetas... El reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo; y El reinará por los siglos de los siglos
No estamos al final del libro de Apocalipsis, pero se ve ya el final. Por muchas cosas que puedan escaparse de nuestra comprensión, es suficiente saber que el Creador (10:6) de todas las cosas ahora va a arreglar todas las cosas. ¿Por qué, como parte de este proceso, Juan tiene que comerse un librito (10:9), que resulta ser dulce y amargo? Los seguidores de Jesús no son observadores pasivos de lo que hace Dios. También se nos asigna una participación activa. Jesús nos llama amigos (Juan 15:15) porque comparte con nosotros sus secretos. No se le instruye a Juan que lea, sino que coma el libro. Como dice el texto que da nombre a este blog (Mateo 4:4), no sólo vivimos de pan, sino de la Palabra de Dios.
Cuando comes la comida del cuerpo, no tienes que comprender toda la ciencia de la nutrición. Tu cuerpo la asimila igual. Algo parecido sucede cuando meditamos en la Palabra de Dios. Entra en nosotros y cumple su función. Iremos entendiendo cada vez más con el tiempo. Parece en el 11:7 que Dios sufre un revés, pero no hay que leer mucho para observar que esto se convierte en victoria para nuestro Dios.
Además de 7 trompetas hay tres ayes, donde Dios pasa la escoba por la tierra. El cielo se está acercando cada vez más. El enfado de las naciones (11:18) no es nada en comparación con el enfado del Hijo de Dios (Salmo 2).
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