Vitaminas (Lectura mínima) Hechos 4:5-12
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Mis suegros vivían en el famoso Río Rogue, lugar favorito de los que practican la navegación en balsa de "aguas blancas". Un hombre que hizo ese viaje cuenta que después de dos días de aguas suaves, de repente entraron en aguas blancas. Cayó al agua y casi se ahoga al taparle la boca y la nariz las gafas. Había olvidado el peligro.
No se puede navegar el Río Rogue sin peligro. No se puede navegar la vida cristiana sin encontrar escollos. Jesús dijo, “Como el Padre me envió así yo os envío” (Juan 20:21). Leyendo los capítulos 1 a 3 de Hechos se podría formar la idea de que después de la resurrección de Cristo todo iba a ser aguas mansas y Jauja. Pero no estamos en el cielo todavía. La realización de la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo trae una inevitable confrontación con los que han elegido no ser ciudadanos del cielo.
¿Te suenan los nombres en Hechos 4:6? Siguen mereciendo el premio de empeñados en no ver la realidad. Los que dieron muerte a Cristo no han cambiado. Quien sí ha cambiado es Pedro. El que fuera cobarde ante una criada ahora destaca por su valentía ante los jefes que igual le pueden ejecutar. ¡Lo que hace el Espíritu Santo! Los peligros de este río solo sirven para subrayar la fuerza interior que tenemos. Hay que obedecer a Dios primero (v 19). En este lado del cielo solo hay un nombre que cuenta (v 12).
La iglesia progresa viento en popa. Cinco mil personas que confiesan a Jesús (4:4). Poderosa oración (23-31). Vida comunitaria que demuestra en la tierra cómo es el cielo (32-37).
¿Sabemos usar para bien las pruebas?
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